Capitulo 5

Mattheo Morgan

—... Sería de mucha ayuda para mis prostíbulos tu dinero, Mattheo. Ya sabes, necesito hacer algunos ajustes—me sonríe Francisco Azzoli, uno de mis socios de Nueva York

—¿Para tus prostíbulos o manejo de drogas, Francisco?—me acomodo en mi asiento

—Ambas—confiesa

Relamo mis labios antes de beber un trago de mi Whisky, Francisco le hace una seña a una puta que tenía a sus servicios y está llena mi vaso antes de irse a una esquina sin interferir en el negocio.

—¿Qué gano yo?—pregunto—. Porque no te daré mi dinero así como así sin tener nada a cambio. ¿Qué ganaré?

—Podrás llevarte a cualquiera de las mujeres a Los Ángeles. Virgenes hay muchas por acá

—No quiero tus putas Francisco. Una puta no me traera de regreso mi dinero—le digo

—Pero te complacería. Son buenas en la cama—me alienta

—No me interesa—remarco en un tono duro

Francisco tensa la mandíbula. Era un viejo gordo y canoso que lo único que sabía hacer era prostituir a las mujeres que pillaba en la calle.

—Tienes dos meses para darme mi dinero de regreso. Haré que Christopher te haga llegar el dinero pero en dos meses lo quiero nuevamente en mis manos. Dos meses Francisco—finalizo.

—Vas a tenerlo Mattheo. Es una promesa

—Oyeme bien Francisco—lo miró fijamente—. Si en dos meses no me has regresado mi dinero, voy a venir a Nueva York y haré m****a todo tu negocio. Matando a cada persona dentro de él y haré que veas como tu preciado negocio se cae a pedazos frente a ti. ¿Está claro?

—Si. Claro—asiente

—Largo de aquí—ordenó

Francisco se larga y yo termino de tomar mi trago antes de ponerme de pie y seguir con mis negocios

••••••••

—Espero que tu llamada sea importante y no sea alguna cagada que te has mandado—digo apenas atiendo la llamada de mi hermano

Hola a ti también, hermano mayor. Me alegra saber que aun no tienes una bala pegada a la cabeza. También estoy bien gracias por preguntarme

—Ve al grano

Te he conseguido una secretaria. Una muy buena y sexy secretaria

¿La conseguiste?—pregunto

Así es. Una hermosa mujer de veinticuatro años que está soltera y vive aquí en Los Ángeles, ah y si, tiene una hija

Genial. Ahora tolerare el llanto de un crío

—Tiene cuatro años, no creo que sea problema

—Todo crío es un problema. Lloran todo el dia—declaró

—Pero en fin mi querido hermano. Tienes a tu secretaria y dejame decirte que está jodidamente buena. ¿Puedo tirarmela una noche?

—¿Y luego tener que tolerar corazones rotos? No, gracias Chris

Qué amargado. Si la vieras me apoyarias

—¿Cuándo empezará a trabajar?—cambio el tema

Este Lunes debe de presentarse así la conoces

—Espero que valga la pena realmente—bebo de mi vaso

Valdrá la pena hermanito. Creeme

—Bien. Adios

Cuelgo la llamada y suspiro antes de acomodarme en mi lugar

••••••••

Lunes.

Odiaba los lunes y más cuando el dolor de cabeza quería partirme en dos. Era claro que desvelarte tomando tragos y revisando documentos no es lo mejor que uno puede hacer.

Necesitaba una taza de café. Junto unas píldoras para el dolor de cabeza. Bostezo sin evitarlo. Mejor dos tazas de cafe

Llegando al piso de mi oficina al salir del ascensor pude ver como Christopher estaba apoyado en la mesa que era el puesto de trabajo de mi nueva secretaria. Ruedo los ojos bajo los lentes negros al verlo tratando de coquetear a la mujer que estaba sentada en su lugar revisando las carpetas.

—Christopher alejate de ella—le ordeno a mi hermano

—¡Mattheo!—me llama Christopher y me quejo ante la punzada en mi cabeza—. Ven aqui asi te presento a tu nueva secretaria

Trato de no soltar un bufido y me acerco a él. Me quito los lentes para dejarlos a un lado y enfocarme en la mujer que trabajaría ahora conmigo. Ella abre los ojos sorprendida cuando me ve

Sus ojos verdes claros me miran fijamente con sorpresa mientras que las carpetas aún estaban en sus manos. La reconocí. Ya había visto antes esos ojos verdes. ¿Dónde? No lo recordaba, pero estaba seguro que con esta mujer yo ya me había pillado.

Sus labios se entreabren con sorpresa a la vez que oía a Christopher decir algo. Era baja de estatura y no me alcanzaba más allá del pecho. Traía puesto una blusa sencilla color blanca junto a una falda ajustada formal. Su cabello castaño largo estaba semi recogido y unas pecas decoraban sus pómulos.

—Hermano ella es Kamila Stuart. Es tu nueva secretaria. Kamila él es mi hermano y dueño de la empresa. Mattheo Morgan—nos presenta Christopher

Kamila...

Si. Ya me había pillado con ella pero no sabía donde.

—Un gusto Kamila—entrecierro los ojos mirándola fijamente

—Un gusto señor...—balbucea un poco

—¿Ya sabes que hacer?—le preguntó

—Si, su hermano ya me explico todo—responde

—¿Te explico o te ha estado coqueteando?—pregunto

Sus mejillas toman un color carmesí delatando la respuesta. Christopher a mi lado se ríe ligeramente y relame sus labios antes de pasar sus dedos por su cabello.

—Sigue con tu trabajo. Te dire si necesito de tu ayuda. Chris ven conmigo

Camino a mi oficina y mi hermano me sigue. Entramos en ella y cierra la puerta apenas entra, me quito la chaqueta y Christopher se acomoda en el sofá.

—No tontees con ella—demandó

—¿Por qué no? Está soltera y es joven. Y muy pero muy sexy—sonríe de lado

—Parece que la conozco—le digo

—¿Qué dices?—se confunde

—Creo que ya la he visto. ¿Cuándo? No lo se pero estoy seguro que yo la vi y fue acá en Los Ángeles

—Mhm—hace una mueca

—No quiero que tontees con ella. No mientras no sepa de donde salio y donde la vi por primera vez—demandó

—Está bien—suspira—. ¿Por qué vienes con resaca? ¿Saliste de fiesta y no me llevaste contigo? Eso no es ser un buen hermano, Mattheo

—Me desvele nada más

—¿Follandote a Katherine?—pregunta Chris

—No la he visto y espero que siga así. Se ha vuelto insoportable

—Lo se, y se volverá aún más insoportable cuando vea a la mujer que tienes de secretaria—se ríe

—¿Podrías parar con ella?—le pido

—que gruñon estas—se ríe

Minutos después se va con la excusa de tener cosas que hacer, me apoyo en mi silla antes de mirar por el gran ventanal la ciudad de Los Ángeles. Marco un numero de telefono y llevo mi celular a mi oído

Mattheo... ¿En qué puedo ayudarte?

—Necesito de tu ayuda, Marcos—relamo mis labios

—Dime. ¿Qué se te ofrece?

—Tengo una nueva secretaria. Pero siento que ya la he visto en algún lugar pero no se en donde. Necesito con urgencia que me saques su información y me la traigas a mi empresa. Lo más rápido posible

—Claro. Enviame sus datos a mi correo

—Lo haré en unos minutos

—¿Cómo se llama? Quizás la pueda conocer

—Kamila Stuart

—Stuart... Creo que se de donde podría venir

Asiento para luego colgar la llamada. Dejo mi celular en el escritorio y miro la vista de Los Ángeles mientras pensaba en donde había visto a la mujer que se acababa de convertir en mi secretaria. 

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