Seguí hablando tranquila, como si le explicara algo obvio a una niña terca.
—¿Quieres saber por qué los niños te prefieren a ti?, es fácil, les cocinas, lavas, los llevas al colegio, los bañas, les haces la tarea, eres útil… ¿sabes por qué?, porque eres su niñera, me quitas carga, y eso sí te lo tengo que agradecer.
—Y bueno, con Martín… —continué sin dejarla hablar—, un hombre siempre tiene gustos, distracciones, necesidades, y tú sirves para eso, eres una mezcla de niñera, mascota y entretenimiento de vez en cuando.
El rostro de Rebeca se apretó… hermoso… pero enseguida volvió a ponerse su cara de víbora y sonrió filosa.
—¿En serio crees que me voy a creer tu actuación? —se burló—, te duele, lo sé, cuando acabe esta fiesta vas a encerrarte a llorar en tu cuarto como siempre, eres tan predecible… tan estúpida como siempre.
—Sé que te arde vernos juntos… si nos escucharas por las noches… cómo nos comemos vivos… estoy segura de que cuando él lo hacía contigo pensaba en mí.
—Yo que tú m