Mi estómago se apretó de inmediato porque ese tono firme, seguro, varonil lo reconocería en cualquier parte
Era Claudio
Claudio Rodríguez
Intenté sonar normal, mantener el control, fingir la calma, pero aun así la voz me tembló
—S-sí… soy yo
Claudio continuó con total formalidad
—Soy Claudio Rodríguez, hijo del abogado Rodríguez, él me informó de tu llamada y me pidió que te contactara, también… fui amigo de tu hermana Catalina, mi más sentido pésame
Un golpe directo al pecho me dejó sin aire y mis dedos apretaron las bolsas con más fuerza como si pudiera sostenerme solo aferrándome a algo
—Gracias —respondí bajito, sintiendo cómo el aire se me atascaba en la garganta
Él siguió con ese tono sereno que casi irritaba por lo perfecto, lo controlado, lo distante que era
—Ya estoy en la ciudad, mi padre me envió para entregarte unas cosas importantes, necesito verte personalmente
Mi corazón dio un salto tan fuerte que hasta me dolió
—Sí… claro —respondí rápido—… ¿dónde nos vemos?
Me dio la