—Donde esta? —murmuré
Santiago frunció el ceño
—No lo veo, señora, quizá recibió una llamada… o… —bajó la voz— quizá los Robles tienen otros planes hoy
Genial, otro movimiento del tablero
Pero, en realidad… mejor, mucho mejor
Sin chofer era libre por unas horas
—Tomaremos un taxi —dije enderezando la espalda— vamos al centro comercial
Santiago levantó la mano y detuvo el primero que pasó
Mientras subíamos sentí un leve cosquilleo en el pecho porque la partida había comenzado y yo no pensaba perder
Al llegar al centro comercial repasé mentalmente lo del supuesto regalo de cumpleaños, cada palabra, cada gesto, cada excusa que iba a usar, porque debía mantener el papel perfecto
Ahora….
¿Qué carajos le gusta a Martín?
No tengo la menor idea, tampoco se qué les gustaba a los niños… mis sobrinos, y me siento entridículamente incómoda porque yo, Catalina Cruz, que siempre dominé cada sala donde entré, ahora no sabía qué demonios comprar para dos criaturas y un desgraciado que quería matarme