—Sí. Necesito ir a un lugar. Y tú vas a llevarme.
Santiago asintió rápido, nervioso.
—¿Consiguiste el baúl?
Él miró hacia los lados, como si alguien pudiera escucharlo.
—Sí, señora, ya está escondido en mi habitación tal como pidió
Tomé el cofre donde guardé todos los documentos, fotos y objetos de Melanie y lo sostuve un segundo entre mis manos porque ese peso se sentía como la vida entera de mi hermana comprimida ahí dentro y luego se lo entregué
—Pon esto dentro del baúl, nadie ¿me oyes?, nadie puede verlo ni tocarlo ni abrirlo
—Lo prometo, señora —respondió con firmeza
—Bien, hazlo ahora, yo bajaré
Respiré profundo antes de bajar las escaleras mientras el murmullo del comedor llegaba desde lejos con risas suaves y cubiertos chocando y esa imagen asquerosa de la familia feliz disfrutando de la mañana que no les pertenecía
Apenas crucé el marco, las sonrisas murieron de golpe, Martín, Rebeca y los niños quedaron en silencio mirándome como si no esperaran que bajara jamás
Rebeca reac