De pronto se sentía miserable, si algo malo le pasaba a su hermana jamás se lo perdonaría. Había sido capaz de salvarle la vida a Maximo, el primo del imbécil de Renfield, pero nunca pudo proteger a su hermana.
Paso alrededor de media hora, cuando una devastada y triste Bernarda bajaba de las escaleras con un pañuelo manchado de sangre. Tenía la mirada triste y sus ojos estaban llorosos.
¿Cómo está mi hermana? — Arlen fue el primero en preguntar.
—Ella…— tomó aliento, no podía hablar, sentía un gran nudo en la garganta — Le controlamos la fiebre.
¡Gracias al cielo! — exclamó en un suspiró su padre.
—Pero…—continuó Bernarda y unas gruesas lágrimas cayeron sobre sus mejillas — Anastasia estaba embarazada y perdió al bebé.
Los labios de Arlen temblaron, miraba a su madre después a ese pañuelo manchado en sangre.
La sangre de Anastasia.
Si algo le enseñó su padre era que su familia siempre iba ser primordial y sobre todo que nunca permitiera que lastimaran a un ser querido.
—Si me disculp