Aura observó a la mujer que se encontraba tranquilamente sentada en aquella banca de rústica madera y no pudo evitar pensar que a pesar de que ya no portaba las joyas finas y los vestidos elegantes que tanto le gustaban, Caliope Makris no perdía su porte y majestuosidad.
- ¿Me llamaste?.- Aura detuvo sus pasos junto a la mujer, quien desvió la mirada y la posó en la castaña.
Una sonrisa que nunca antes le había visto ahora bailaba en sus labios y aquellos ojos tan grises y conocidos acentuaban el gesto, con un brillo que los hacía ver tan vivos y radiantes y tan parecidos a los de su novio, que Aura se preguntó si eran los mismos.
- Siéntate Aura, por favor.- Caliope hizo un ademán con su mano, señalando la banca frente a ella.
Aura obedeció, y observó a la mujer en silencio, mientras su mente divagaba entre uno y mil escenarios distintos.
- Supongo que lo primero que debo decir es un gracias y un lo siento.
- ¿Por...?- Aura la miró sorprendida, no esperando aquellas palabras de una m