Todos conocieron a los bebés, pasaron la tarde juntos.
Los días pasaban y cada día Sasha estaba en mejores condiciones. Y así los meses pasaban, cinco meses en los que Lyall y Jansó, junto a toda los clanes, trabajaban en la empresa que se estaba expandiendo en cada estado de los países más lejano, la exportación de banano, y derivadas de frutas era una fuente de ingresos para hacer grandes avances en Pensilvania.
Los meses seguían pasando, y se convirtieron en años, cinco años habían transcurrido en los que Arion y Sasha viajaban a Pensilvania junto a los bebés.
—Muy bien, es hora de marcharnos. —habló Arion sintiendo una presión en el pecho por tener que dejar a sus pequeños, que ya no eran tan pequeños, ahora eran adolescentes de casi dieciséis años.
—Padre, estaremos bien, y en vacaciones iremos a visitarlos. —trató de tranquilizarlo Dreagan.
Arion y Sasha se despidieron de sus hijos y se encargaron en un viaje de regreso a Pensilvania.
El barco zarpó y el recorrido por el ampli