Capítulo 29.1

Ante el angustiado susurro que lo llamaba, Damon dejó a su presa y se apresuró a regresar junto a su compañera, la cual, por fin dejó escapar todo el miedo que había estado sintiendo hasta ese momento.

–Por fin… Por fin estás aquí…–susurró Anna clavando sus ojos en los del lobo, el cual, no tardó en comenzar a lamerle el rostro –Dante… Tenía mucho miedo…–masculló la joven, permitiendo que el lobo lamiera todas las lágrimas que escapaban de su rostro

–Anna… –susurró Ella al verla –Voy a quitarte eso, no te muevas…–le pidió la joven antes de apresurarse a buscar las llaves en la mesa de acero junto a ellos

–Levántate…–le ordenó Alastor a Lucien con una peligrosa y calmada voz

–Ah, mi querido amigo, han pasado tantos años –dijo Lucien, quien se sujetaba la herida en su hombro

–¿Amigos? No Lucien, mis gustos no son tan repugnantes como los tuyos –dijo Alastor mirándolo con desprecio –¿Cómo te atreviste a tocar a mi hija? –

–Venga ya Alastor, sólo mírala, ella está bien –dijo Lucien dirigi
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