Capítulo 31.3

Al escuchar la palabra “hermano”, Anna dirigió su mirada hacia su padre, quien, al escuchar aquella amable y suave voz, había cerrado los ojos fuertemente, pues, por primera vez en veintitrés años, era capaz de escuchar la voz de su hermana.

–¿Keren? –preguntó Alastor con la voz quebrada

–“¿Alastor?” –preguntó la joven –“Oh, por la sagrada diosa, lo que daría por poder ver tu rostro, no sabes cuanto anhelo el poder conocerte hermano mío…” –dijo Keren suavemente –“¿Sabes? Releer tus cartas han aliviado mi solitaria existencia en el palacio y es que, tras tu despedida hace dieciséis años, todo se volvió un poco más triste…”–

–Bueno, pero, al menos la diosa puso a Zeth en mi lugar –dijo Alastor, quien la había estado escuchando atentamente

–“Claro, Zeth ha alegrado mi vida desde mi decimoséptimo cumpleaños, pero, nada se compara con tener a mi familia a mi lado… En fin, dime ¿Cómo está Iva? ¿Y mis sobrinos?” –

–¿Sobrinos? ¿Cómo supiste de mi otro hijo? –preguntó Alastor

–“Me lo dijo Nich
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