Tras dejar a su compañero, Elizabeth suspiró y apresuró el paso para alcanzar a sus amigos.
La joven se sentía en las nubes, uno de sus más grandes sueños se habían hecho realidad, por lo que una boba sonrisa adornaba su rostro y no le importaba.
¡El chico que le gustaba era su compañero!
Disimuladamente, se pellizcó el brazo para comprobar que no soñaba, al sentir aquel pequeño dolor, su sonrisa se ensanchó, sobre todo, al ver a Anna esperando por ella a medio camino mientras comprobaba su teléfono.
–Gracias por esperarme –le dijo cuando la alcanzó
–No pasa nada ¿Todo bien? –preguntó Anna sin apartar la mirada de la pantalla
Elizabeth suspiró y asintió antes de dirigirle una rápida mirada a la casa de la manada.
–La verdad, es que sí –dijo con ilusión –Gino es todo lo que imaginé –
–Mmm, que bien, me alegro –
–Gracias, ¿sabes? Ayer me pasó algo muy extraño, verás, en lugar de transformarme en una loba me transformé en un pony –dijo Elizabeth al tiempo que fruncía el ceño y observaba