–Sí –murmuró Anna –Aquí está tu teléfono –
Al extendérselo, tuvo la oportunidad de observar su ropa más detalladamente, por lo que su mandíbula, casi cae al suelo al notar que ahora llevaban colores similares.
“Genial, creerá que le copiamos” –gruñó Amara
Dante vestía un pantalón de vestir recto de color beige, mientras que su camisa, era de color negro al igual que sus elegantes zapatos.
–Te lo agradezco –dijo Dante metiendo su teléfono en el bolsillo de su pantalón –¿Bajamos? La Luna Iva debe de estar por llegar –
Anna asintió y lo guio fuera de su habitación hasta las escaleras, donde, a medio camino, la puerta principal se abrió bruscamente.
–¡Mamá! –exclamó Anna apresurándose hacia ella
–Oh, mi niña, gracias a la diosa –dijo Iva apretándola fuertemente –¿Estás bien? ¿No te hicieron daño? –
–Creo que me estás haciendo más daño tú –dijo Anna jadeando, pues con el fuerte abrazo, Iva había logrado sacarle el aire
–Venga Iva, déjala respirar –dijo Basil, quien cerró la puerta