37. Enfermedad
Abrí los ojos con cierta dificultad, notando que mi cuerpo se encontraba extremadamente pesado y que sudaba profusamente. Una presión en mi parte baja de algo duro me presionaba, algo que me obligaba a levantarme, aunque no quisiera. Intente moverme, pero me sentia aprisionada por unas manos serpentinas. Alcé la vista y vi a Alexander profundamente dormido a mi lado. Por la sorpresa intente levantarme pero entre sueño me sujeto mas hacia el presionándome contra su erección.
—¡Déjame ir! —Trataba de distanciarme con un ligero rubor en mis mejillas.
—Dory, por favor, no te vayas —murmuraba con dificultad.
La respiración profunda que emitía me indicaba que no se encontraba completamente consciente hablando sin tener idea de que decía. Con todas mis fuerzas por fin pude liberarme notándolo dormido. Era la definición de perfección y el se habia vuelto como el vino. Un rostro perfilado que pareció ser esculpido, un cabello totalmente sedoso y una presencia imponente que podia afectarme,