—Mami, pareces un ángel.
Mientras Alejandro se divertía dando saltos y vueltas en la espaciosa limusina, Anastasia me abrazaba por el dobladillo de mi vestido. Después de prepararme en un hotel cercano, nos dirigimos al salón Gustave Eiffel, un espacio exclusivo dedicado a la Torre Eiffel para la celebración de bodas. Emely era mi madrina de honor.
En nuestra primera boda, elegimos un pequeño parque por la hermosa vista que ofrecía. En esta ocasión, tenía claro que esta ceremonia era un reflejo de nuestros sentimientos más profundos.
¿Cómo era nuestro amor?
Perseverante.
Como el ave fénix.
Siempre seriamos el amor del otro, aunque no quisiéramos admitirlo. A pesar de los desafíos, nuestro amor seguía resplandeciendo con la misma intensidad que las estrellas en el firmamento. Salíamos de la limusina junto a Anastasia que seria la niña de las flores y Alejandro que llevaba los anillos. Nos dirigían hacia la sala cuando empecé a disfrutar de la melodiosa música de piano de la canci