99. Control.
Sentada en el pequeño teatro escolar, no puedo apartar la vista de mis hijos. Anastasia, vestida como una princesa, mueve sus manos con elegancia y sonrisa brillante, mientras mi hijo, vestido como un caballero, se empeñaba en conservar la posición orgullosa peleando contra un dragon. Alejandro tenía la responsabilidad de proteger a Anastasia como su caballero hasta la llegada del príncipe. Sentía una combinación de orgullo y emoción en mi pecho al contemplar la escena, esforzándome por contener las lágrimas. Sostenía la cámara con manos temblorosas, registrando cada momento, cada gesto, cada mirada de alegría que se refleja en sus caras.
Alguien se sentaba a mi lado, pero mi concentración se mantenía en mis hijos. Siento su presencia, pero mi corazón está en ese escenario, en ese momento que sé que será un recuerdo para toda la vida. De pronto, percibo una mano delicada tocando mi hombro. Era Alexander. Sus ojos, cargados de disculpa, me persiguen con afecto.
—Lo siento por no haber