Capítulo LII
Maximiliano
Estoy en mi oficina con Ruiz.
Ese miserable me metió en un problema que podría costarme todo.
Diez millones de pesos desaparecieron. Así, sin rastro, de una de las cuentas principales.
Una transferencia limpia, silenciosa, a una cuenta fantasma.
Y lo peor: lo hizo usando mis claves.
—Esto es más grave de lo que me imaginé —dice Ruiz, observando los papeles.
Resoplo con rabia.
—Maximiliano, necesito que me escuches —dice, sin rodeos—. Oficialmente estás involucrado en el movimiento. Aunque no hayas firmado nada directamente, tu nombre aparece.
Lo miro. No parpadeo. Que entienda que no estoy asustado.
—¿Y qué propones? —pregunto, con la calma que siempre los descoloca.
Ruiz traga saliva antes de hablar.
—Ampararte. Es la única forma de demostrar tu inocencia antes de que esto escale más. Si no lo hacemos ya, te van a arrastrar junto con los demás.
Apoyo los codos sobre el escritorio. Golpeo la madera con los dedos, una y otra vez.
—¿Inocencia? —repito con una med