Capítulo LXXVI
Camila
Siento que el aire se me escapa. Que algo dentro de mí se parte en dos.
Maximiliano… me dijo la verdad.
Fernando me observa en silencio, como si supiera que necesito un momento para procesar todo, pero ni siquiera así consigo ordenar mis pensamientos. Me aparto del escritorio y doy unos pasos hacia atrás, llevándome una mano a la frente. Siento el pulso en la sien, acelerado, desesperado.
—No puede ser… —susurro, más para mí que para él.
Mi mente se llena de imágenes.
Greta.
El hotel.
Ese cuerpo que creí que era él…
Esa traición que todavía siento clavada en la piel.
Y ahora…
Ahora resulta que fue una trampa.
—Camila… —me llama Fernando confundido—. ¿Qué te pasa?
No puedo responder. Las palabras se atoran en mi garganta como si algo invisible me la apretara. Siento un zumbido en los oídos, una especie de vacío que me envuelve por completo. Todo alrededor se vuelve borroso por un segundo.
Me llevo una mano al pecho. Me duele. Me arde.
—No… no puede ser —susurro ape