Alonso se levantó de inmediato e intentó explicarse. Lucrecia le aseguró que necesitaba de todo menos explicaciones. Estaba cansada. De ir, venir, sufrir, callar, esperar.
—Estoy cansada —Dijo y Alonso le tomó de la mano.
—Estoy cansada, molesta y dolida. Así que no voy a hablar más porque voy a decir tantas cosas que no debo y en un tono que no puedo controlar y despertaré a los niños y no quiero... solo déjame.
Alonso murmuró algo de dormir en su oficina. La joven asintió y se fue al sofá. Se quedó sentada durante horas viendo por la ventana. Cuando los primeros rayos de sol salieron tomó una ducha y comenzó a empacar sus cosas.
La mujer salió y metió todo en su auto. Luego se puso a preparar el desayuno junto con las encargadas de cocina. Cuando los niños se acer