Capítulo 49. Un capítulo cerrado

Santiago se giró para no ser testigo de lo que podía ocurrir entre su hermano y Aitana. Tenía el corazón dolorido, pero entendía que en el corazón no se podía mandar, además, él no había hecho ningún movimiento para llamar la atención de la joven, pues no imaginó que su gemelo estuviera enamorado de ella.

¿Qué era lo mejor que un hombre podía hacer en ese caso? Retirarse con honor y desearle a Sebastián que fuese feliz.

Entretanto, Aitana se apartó de Sebastián, el muchacho estaba serio, pero el brillo de sus ojos lo delataba. Sus labios estaban rojos por el labial de la joven y sus mejillas ligeramente rojas por la emoción del momento.

—Sebastián…

—No digas nada, por favor, quiero guardar este momento como el más preciado de mis tesoros. Te he querido desde hace un buen tiempo y ahora que he vuelto a verte no quiero perder más el tiempo, Aitana —dijo, tomando la mano de la muchacha y dejándole un beso sobre su dorso.

Aitana se sonrojó, su corazón latía acelerado, no sabía si era de e
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