Cuando Elena se entrega a un desconocido en un vuelo, jamás imagina que él es Nikolai Makarova, el implacable presidente de la corporación que debe auditar. Descubrir sus negocios ilegales es solo el comienzo; negarse a encubrirlos desata un juego peligroso. Pero Nikolai no acepta desafíos. Secuestrada y encerrada en su lujosa mansión, Elena lucha por escapar, solo para descubrir que su cautiverio oculta una verdad aún más oscura… una que podría destruirla o atarla a él para siempre.
Leer másNo sé mucho de él, pero lo poco que sé es suficiente para que su presencia me atormente día y noche. Es de esos hombres que dejan una huella imborrable con tan solo cruzar la mirada. Tiene ojos azules como el mar, pero no como ese mar tranquilo y sereno que invita al descanso, sino como un océano profundo y misterioso, cargado de tormentas y secretos oscuros que te hacen sentir pequeño, indefenso ante su inmensidad. Sus ojos te hipnotizan, te absorben, y cuando te das cuenta ya es demasiado tarde: estás perdido en ellos, atrapado en su abismo.
Su cabello es negro como el cielo en una noche sin luna, una sombra interminable que lo envuelve, dándole ese aire enigmático y peligroso. Cuando el viento lo acaricia, parece una bestia suelta, indomable, que con cada movimiento deja claro que no pertenece a nadie más que a él mismo. Su porte es desafiante, casi arrogante. No hay duda de que lo sabe, de que está consciente del efecto que causa en los demás. Y no se molesta en ocultarlo. Todo lo contrario, lo disfruta. Es un hombre que no pide perdón, que no necesita disculpas. Su cuerpo, bueno, su cuerpo es algo que cualquier persona en su sano juicio consideraría una obra de arte, pero no una obra de esas que adornan las paredes de museos. No, es una de esas esculturas que te hacen sentir incómodo, que te atraen pero al mismo tiempo te provocan miedo. Está perfectamente tallado, con músculos que parecen haber sido cincelados con precisión divina, pero hay algo más en él, una oscuridad que lo rodea, una promesa de peligro. Y aun así, no puedes apartar la mirada. Su presencia es una trampa, una de esas de las que no quieres escapar, incluso sabiendo que el final puede ser doloroso. Su belleza no es de este mundo, o al menos no del mundo al que estamos acostumbrados. Es de esas bellezas que, si no tienes cuidado, pueden destruirte. Irresistible, magnética, pero al mismo tiempo perversa. Hay algo en él que despierta tus instintos más primitivos, algo que te hace desear lo que no deberías desear. Es un hombre que no pasa desapercibido, y cuando lo ves, no puedes dejar de mirarlo. Y no importa cuánto tiempo lo mires, nunca te cansas. Siempre parece haber algo nuevo en él, algo oculto bajo la superficie que solo te empuja a querer descubrir más, aunque sepas que lo que encuentres no será agradable. Y lo más importante… lo que todos comentan, aunque nadie se atreve a decirlo en voz alta: un pene enorme. No es una exageración, lo aseguro. Enorme, intimidante, tanto como él mismo. Es como si todo en su ser estuviera diseñado para impresionar, para dejar una marca imborrable en cualquiera que tenga el valor –o la locura– de acercarse lo suficiente. Es una fuerza de la naturaleza en todos los sentidos, capaz de consumir a quien se atreva a desafiarlo. Ah, claro, también es un mafioso. Pero eso ya lo sabe todo el mundo, ¿no? De hecho, eso es lo de menos cuando hablas de él. Porque la palabra "mafioso" no alcanza para describirlo. No es solo un hombre de negocios turbios, no. Es mucho más que eso. Es un depredador, alguien que caza y toma lo que quiere sin pedir permiso. Su mundo es de poder, violencia y control. Todo lo que tiene lo ha ganado, o arrebatado, con la misma facilidad con la que respira. Así que, ¿qué más puedo decir? No sé mucho de él, pero lo que sé basta para entender que es un hombre que debería asustarme, alejarme. Y sin embargo, aquí estoy, pensando en esos ojos azules, en ese cabello negro, en ese cuerpo esculpido… y en ese peligro que parece envolverlo como un manto.Narrado por ElenaLa oficina principal de Alexei era un monumento al exceso. Todo en ella parecía diseñado para recordarme mi lugar: mármol pulido bajo mis pies, muebles de madera oscura impecable, y una colección de arte que probablemente podría comprar un país pequeño. Pero no estaba allí para admirar nada de eso. Estaba para descubrir las mentiras que mantenían todo esto en pie.Me ajusté el blazer y abrí mi portátil, decidida a concentrarme en la auditoría, aunque Alexei parecía tener otros planes. Su insistencia en que trabajara en su propia oficina, bajo su mirada vigilante, era su forma de intimidarme.—¿Te acomodaste bien? —preguntó desde el sofá, con un tono tan cortés como falso.—Estoy aquí para trabajar, no para charlar —respondí sin levantar la vista.Él soltó una risa suave, como si mi respuesta lo hubiera divertido.—Por supuesto. Solo asegúrate de no buscar donde no debes.Me obligué a no reaccionar. Sabía que él estaba acostumbrado a manipular a las personas, pero yo
Narrado por ElenaEl frío de sus dedos alrededor de mi muñeca me devolvió a la realidad. Estaba atrapada otra vez. Cada paso que daba junto a Alexei sentía el peso de su autoridad aplastándome, como si incluso el aire que respiraba le perteneciera.Pasamos las puertas principales, y el eco de nuestros pasos resonaba en el mármol. La opulencia de todo me resultaba insultante. Este lugar, que para él era un símbolo de control, para mí era una jaula dorada.Cuando llegamos al salón principal, me soltó bruscamente, obligándome a girar y enfrentar su mirada. Sus ojos oscuros me atravesaron con furia contenida, su mandíbula tensa, como si estuviera luchando por mantener el control.—¿Cuántas veces tengo que repetirte que no puedes escaparte de mí, Elena? —dijo, su voz baja, pero con una amenaza que me hizo estremecer.Me armé de valor y, sin pensar, le respondí:—Y si no me voy, ¿qué esperas que haga? ¿Conformarme con ser… tu prisionera?Por un momento, el silencio cayó entre nosotros. Lueg
Sentí una mano rozar mi brazo cuando de repente, un sonido seco resonó a mis espaldas. El carro frenó bruscamente, y por un segundo, el tiempo pareció detenerse. Me giré y solo para ver que el hombre que me había alcanzado estaba en el suelo, retorciéndose de dolor. Frente a él, Alexei, con una mirada furiosa, sostenía una pistola en su mano. No había disparado, pero el golpe había sido suficiente para detener al secuestrador. —¿Crees que puedes escaparte tan fácilmente, Elena? —su voz era tan fría como el acero, su mirada penetrante, llena de algo oscuro y posesivo. Sin responder, el miedo y la adrenalina me consumieron por completo. Todo había sucedido demasiado rápido, pero una cosa estaba clara: la idea de escapar de Alexei, de su mundo, había sido una fantasía tan absurda como la mansión en la que me tenía prisionera. Mis sueños de libertad se desvanecieron en el aire nocturno, y me di cuenta de que había subestimado su poder. ⊹ ⋆゚꒰ঌ 𓆩 ♡ 𓆪 ꒱⋆゚⊹ Narrado por Alexei
Cuando llegamos a la mansión, Alexei ni siquiera me dio tiempo para pensar. Su mano se cerró alrededor de mi muñeca en cuanto bajé del auto, con esa mezcla de firmeza y control que ya empezaba a reconocer. No dijo nada, pero su mensaje era claro: no tenía opción. —Vamos —murmuró, su voz baja y autoritaria. Lo seguí, tratando de mantener la cabeza alta mientras me guiaba por los pasillos de la mansión. Cada rincón de ese lugar se sentía como una trampa diseñada por él. Era como si las paredes susurraran su nombre, recordándome quién mandaba aquí. Los pasos de Alexei resonaban firmes, calculados, mientras que los míos eran más torpes, intentando mantener el equilibrio sobre los tacones que él había elegido para mí. Subimos las escaleras, y la tensión aumentaba con cada peldaño. Mi mente no paraba de analizar posibles salidas, formas de escabullirme, pero Alexei no me soltaba. Cada vez que me detenía un poco, su agarre se apretaba, como si me recordara silenciosamente que mi lugar n
El mesero regresó con los platos, y la conversación se interrumpió. Mientras comíamos, la observaba. Cada gesto suyo, cada vez que tomaba el tenedor o apartaba una mecha de cabello de su rostro, era parte de un análisis cuidadoso. Elena era fuerte, eso lo sabía, pero también era predecible. En el fondo, todos lo son. Ella tomó un sorbo de su vino y rompió el silencio primero. —Esto es lo que haces, ¿no? —dijo, su voz baja pero afilada—. Controlar, dirigir, asegurarte de que cada detalle esté bajo tu mando. Incluso hasta lo que como. Sonreí, dejando mi tenedor sobre la mesa. —Control es la clave de todo. Sin control, hay caos. Y si hay algo que detesto, es el caos. —¿Incluso las personas? —preguntó ella, mirándome directamente a los ojos, como si quisiera desafiarme—. ¿Tienes que controlarlas también? —Las personas no son diferentes —respondí sin perder la calma—. Son piezas, movibles, intercambiables. Puedo prever cómo reaccionarán, qué harán, y eso me da ventaja. Elena soltó u
Narrado por Alexei La luz del atardecer se filtraba a través de las grandes ventanas de mi oficina, creando sombras que danzaban en las paredes adornadas con cuadros de arte moderno. Estaba sentado detrás de mi imponente escritorio de caoba, con una copa de brandy en cada mano, disfrutando del momento. Frente a mí, Sergei, mi mejor amigo y mano derecha, hojeaba un contrato con una empresa griega. —Los términos son favorables —comentó Sergei, levantando la vista de los papeles—, pero hay que tener cuidado con los detalles. Los griegos son astutos. Asentí, aunque mi mente divagaba. La conversación sobre negocios pronto dio paso a una charla más personal. —¿Por qué ella? —preguntó Sergei de repente, interrumpiendo mis pensamientos. Sabía a quién se refería, pero no podía resistir la tentación de hacerme el desentendido. —¿Quién? —pregunté, sonriendo burlonamente. —Ya sabes, la contadora. Fruncí el ceño, haciéndome el desinteresado. —Porque fue la que la empresa envió.
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