Alina Renn contemplaba la pantalla de su tablet mientras el avión descendía en dirección a la isla Kalliste. Las imágenes eran nítidas: el rostro devastado de Céline Valtieri en el muelle, los titulares especulando sobre el misterioso accidente en el lago, la confirmación de la desaparición de Kilian. Todo estaba saliendo incluso mejor de lo que había anticipado. No solo Céline había caído en la desesperación pública, sino que la opinión mediática se centraba en ella como la viuda perfecta y trágica, alejando cualquier sospecha de manipulación. El Grupo Valtieri comenzaba a tambalearse sin su figura masculina al frente, y Kilian, aislado, vulnerable, era ya casi completamente suyo. El mundo lloraba a un hombre que ya no existía… al menos no con ese nombre.
Kilian Valtieri había muerto. Y Sebastián Raye habia nacido.
Tuvo que esperar algunos días antes de poder unirse a él. La discreción era parte esencial del plan. Cualquier movimiento en falso podía despertar sospechas. Pero por fin