👦🏻
Habían pasado unas semanad desde que mamá cantó esa canción. Desde que Yvania se quedó dormida en su lado del colchón y él dejó el vaso de agua en la mesita sin decir más. No era algo que hablaban. Pero desde entonces, las cosas se sentían… distintas. Como si por fin todos hubieran aceptado que el silencio también era una forma de amor.
Elian caminaba unos pasos por detrás de Céline mientras descendían por el sendero que rodeaba el Lago Lemán. El sol estaba bajo, como si tampoco quisiera hacer ruido. Y en sus manos, un asistente cargaba la corona de flores blancas que mamá había aprobado sin discutir.
—¿Qué vamos a hacer exactamente? —preguntó Yvania, sosteniendo la mano de Agnès.
—Soltar algo. Nada más —respondió Elian. Lo había entendido sin que nadie se lo explicara.
Clarisse iba delante, erguida como siempre, con un abrigo gris claro que parecía hecho a la medida del clima y de su orgullo. No llevaba joyas. Solo un broche diminuto en la solapa, con la inicial de Kilian. A su