Las puertas de la limusina se abrieron frente al gran salón del evento. La alfombra roja parecía más brillante esa noche. Apenas pusieron un pie fuera del auto, los flashes los cegaron por un instante. Fotógrafos, cámaras, voces llamándolos. "¡Céline, por aquí! ¡Señor Valtieri, una sonrisa!"
Ella sonreía como si hubiese nacido para ese momento. Caminaba con la cabeza en alto, una mano en el brazo de Kilian, deslizándose entre las miradas como si el mundo le perteneciera.
Y, en cierto modo, así era. Céline siempre había tenido ese don de llenar los espacios. De iluminar lo que tocaba.
Kilian, en cambio, solo fingía. Avanzaba junto a ella con el gesto elegante que se esperaba, pero por dentro, el cansancio le pesaba más que los años acumulados de apariencias. Estaba agotado de sonreír para todos.
Varias personas se acercaron a saludarlos. Ejecutivos, esposas de empresarios, reporteros, viejos conocidos de la familia. Todos querían caer en gracia con los Valtieri.
Hasta que una fig