Capítulo 125— Lo que queda de mí

El sol descendía lento sobre Kalliste, tiñendo el mar de un naranja sucio que parecía burlarse de su desolación. Kilian no se movía. El golpe en la nariz había cesado de sangrar, pero el ardor persistía. Más que el dolor físico, era el eco de sus palabras lo que lo destrozaba por dentro.

Céline.

Más de un año había pasado desde que fingió morir. Todo ese tiempo se la paso huyendo, justificándose, convenciéndose de que su ausencia era una forma retorcida de protección. Pero ahora la había visto. Frente a él. Fuerte. Herida. Viva. Y más lejos que nunca.

“No son nada tuyo”. Esa frase le perforó el pecho. ¿En qué momento dejó de merecer a sus hijos? ¿Cómo se había convertido en esto? Un cobarde. Un ladrón. Un nombre falso navegando entre ruinas.

Se recostó contra el mástil del velero, con las piernas estiradas y las manos temblorosas. El salitre le quemaba las heridas y la vergüenza le corroía la lengua.

Recordó los últimos días en Altura, cuando fingía reconciliación. Volvía a casa c
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