—No te estoy pidiendo esto como trabajo, te lo estoy pidiendo como padre, estoy cagado del miedo —sus ojos se llenaron de lágrimas—.

Así empezó tu madre… no sé qué hacer más que estar a su lado y rogarle a Dios que no me castigue dos veces de la misma forma.

«Mierda, si ellos no lloran, yo voy a llorar».

«Y por un momento tuve miedo.

¿Qué pasa si Dante dice que no? Por lo que tengo entendido, tuvieron una buena relación hasta que su madre murió.

¿Y si dice que no?

¿Puedo verlo igual?

¿O lo veré como un hombre cruel?»

Y parece que no fui la única que dudó de la respuesta de él.

—Yo iré, papá. Cancelaré las reuniones que tengo y los viajes, no te preocupes —dijo Renzo con lágrimas en los ojos—.

No importa lo que tenga que hacer, tú estarás con ella.

Hubo un silencio donde los dos miraron a Dante, esperando que dijera algo.

Yo rogaba para que lo hiciera.

«Estoy segura de que no había sido un mal padre, aunque odiara a su pareja.

Por primera vez, Dante me miró, y sentí