CAPÍTULO 91: EMBOSCADA
Hazel
Una semana ha pasado desde que dejamos a Erik solo en la cabaña. Intento concentrarme en lo importante en este momento: encontrar a mi hijo. Ni siquiera he tenido la oportunidad de ponerle un nombre, no porque no quiera, sino porque algo dentro de mí me impide hacerlo. ¿Cómo puedo darle un nombre sin saber si está bien? ¿Sin tener a Erik a mi lado? Pero por más que trato de enfocarme en mi misión, mi mente sigue atrapada en otro lugar, preguntándose si Erik está a salvo, si ha despertado… o si en cambio…
Sacudo la cabeza con fuerza, obligándome a detener esos pensamientos.
—Hazel, concéntrate —me gruñe Kael, con la mirada fija en el camino—. Estamos cerca.
Nos hemos alejado tanto que ni siquiera sé dónde estamos. Este mundo de lobos, brujas y dioses ha consumido todo lo que era antes, hasta el punto en que mi antigua vida humana se siente irreal. Apenas tengo recuerdos del exterior, más allá del orfanato donde crecí. El mundo solo se abrió para mí cuando E