Capítulo 23. Tierno Beso.
Ya me había levantado a la misma hora que Nora estipuló para mí: ocho de la mañana. Decía que debía dormir muy bien por el bebé, y su palabra era ley.
Conmigo estaba Violet, que me miraba de reojo. La poca amabilidad que me había mostrado el día anterior se esfumó por completo. Volvió a ser la estatua fría y hostil de siempre.
—Termina tu desayuno, Ruby, luego tendrás que sentarte fuera en el jardín para que te pegue el sol por unos minutos. Es vitamina D esencial para el bebé —dijo Violet, depositándome la bandeja con la comida.
Miré la bandeja con desgano. Era un tazón de cereal integral con fruta y una taza de té de hierbas. Saludable, pero aburrido hasta la médula.
—¿No podría comer unos tacos? ¿O unos huevos revueltos con pan? —pregunté.
Violet protestó con un rugido.
—No, no puedes. Es lo que ordenó la señora para ti. No puedes hacer lo que se te venga en gana —espetó sin paciencia—. Tienes un propósito ahora, y ese propósito no incluye comida chatarra.
Suspiré, sintiéndome frus