39- Puedes caer en tu propia trampa
Damian

El sabor de los labios de Emma aún persiste en los míos, cálido y suave. Siento cómo su respiración se entremezcla con la mía mientras nuestras bocas se buscan, como si cada beso añadiera una nota inesperada de intensidad.

Sin embargo, en medio de ese impulso, noto cómo mis pensamientos intentan regresar a su cauce: Emma es un medio, una herramienta en mi plan.

En ese instante, el sonido insistente de la puerta nos saca del trance. Tomás. Reconozco su manera particular de golpear, tan precisa y autoritaria que apenas permite que mis pensamientos se mantengan en su lugar.

Emma que se ha separado de mi por la impresión del sonido, me mira, sus mejillas teñidas de rubor, y se aparta lentamente, respirando agitada.

—Yo… eh… yo voy a… a vestirme —murmura, con voz entrecortada antes de ir hacia el dormitorio.

—De acuerdo—le digo, viendo como se aleja con rapidez.

Respiro hondo, pasándome la mano por el cabello. Aún siento el latido en mis sienes, la mezcla de adrenalina y, por qué
Lizzy Bennet

Bueno, bueno, que Damian debe decidirse antes de que se quede sin el pan y sin el quesi ejejejjeje

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