Capítulo 11. El Último Set del Titán.
El Centro Médico Argus, un monolito de cristal y titanio que servía de santuario privado para la élite de la ciudad, se había transformado en la zona cero del circo mediático. La noticia de la debacle de Ramiro Zúñiga, confirmada de forma dramática por su ingreso de urgencia, había atraído a una bandada voraz de reporteros. Se apostaban fuera de la entrada principal y de la de servicio, con cámaras parpadeando y micrófonos apuntando como armas.
El titular que antes había sido solo un rumor de farándula ahora era una confirmación brutal: la carrera de Ramiro, el Titán del Tenis, pendía de un hilo de sutura.
Dentro de una sala de espera de lujo, aséptica y decorada con arte abstracto, la tensión era un peso físico. Allí esperaban dos mujeres cuyo destino financiero y emocional estaba indisolublemente ligado al éxito de la cirugía.
Emilia Zúñiga, la madre de Ramiro, se mantenía erguida en el centro de la sala, con una compostura gélida que solo su hijo sabía que era la armadura de su ter