Narra Romina
Y como es de costumbre, me encuentro sola en el departamento, la mujer que había contratado mi madre también hace lo que quiere, sólo me trató bien los primeros días, ya después me ignoraba o me ponía mala cara cada vez que le preguntaba que prepararía de cenar.
¡Dios!
Seguramente mi madre debió decirle lo que le hice a mi hermana o así es esa mujer.
Suelto un largo suspiro y me acomodo en el sofá para tratar de relajarme. Sin embargo, se abre la puerta y es mi progenitora, quien trae una sonrisa, pero al verme, se le borra de inmediato.
—Que bueno que te veo. —Dice con desagrado y yo me siento algo nerviosa.
—Fui a ver a tu esposo y no quiere que trabajes en la empresa. —¿Qué no había dicho que no le pediría algo así? Aun así, esas palabras me desanimaron mucho.
—Yo… —Me interrumpe antes de que pueda yo decir algo.
—No digas nada. Me dijo que puedes trabajar, pero desde la casa, y me pareció una excelente noticia. —Bueno, al menos no estaré aburrida.
Extiende unos documentos y me dice que lo que debo hacer con ellos. Los tomo y me acomodo en la mesa del comedor y me pongo a revisarlos y en una libreta voy anotando los errores que voy encontrando.
…
Después de una hora dejo aun lado los papeles y me levanto para poder ir a hacer mis necesidades. Y una vez que termino, me lavo las manos y salgo del tocador y veo que la cena ya está lista.
—Come. Mi nieto tiene que estar sano para cuando nazca. —Al menos se preocupa por mi bebito.
Tomo asiento y tomo los cubiertos y como en silencio.
Mi madre estaba a punto de comer el primer bocado, cuando suena su movil y sonríe a la pantalla antes de responder.
—Yerno ¿a qué debo tu llamada? — Pregunta sonriendo, aunque yo la pueda ver solamente.
—Ajam… —¿Qué tanto le estará diciendo Dante a mi progenitora? Aunque al ver que cambia de expresión, igual no es nada bueno.
Otro silencio que ha despertado mi curiosidad.
¿Y si se quiere divorciar de mí y hacerme pagar en prisión? O ¿descubrió mi embarazo y no quiere saber de mí y nuestro hijo?
No, por favor. Lo amo y sé que, si demuestro mi inocencia, él sentirá lo mismo por mí.
Eso espero.
Miro a mi madre y me observa con mal humor. Quiero preguntarle de que hablaron, pero la verdad me da miedo a cuál sea la respuesta.
—Dante llamó para decir que lo acompañarás el sábado a un evento. — Esperen… ¡¡¿Qué dijo?!!
—¿Un even… evento? —Pregunto sin poder creer lo que me acababa de decir, digo, he asistido con mi familia mas no con quien ahora es mi esposo y eso me tiene feliz.
—No te hagas ilusiones. — Dice y la verdad no me había que estaba sonriendo, así que dejo de hacerlo.
—Así que mañana iremos de compras, tienes que ir muy bien presentable. No quiero que hagas el ridículo y de paso a tu esposo. —Sólo me limito a asentir, porque diga lo que diga no me va a creer.
…
Y así fue, aquí nos encontramos en una de las mejores boutiques, viendo varios vestidos y la mayoría hermosos.
— Pruébate estos vestidos. Lo bueno que aun no se te nota el embarazo, aunque por otra parte… —Se queda callada un momento. —Ándale ¿Qué esperas?
Entro al vestidor y me miro por un momento al espejo que tengo frente a mí, observando mas mis ojos todos apagados y sintiendo que todo es un mal sueño, y que en cualquier momento voy a despertar, mas no es así.
Me quito mi ropa y me pongo el primer vestido, salgo y llamo a mamá para que me vea, lo cual hace, pero con desagrado, así me pide que me pruebe los demás.
Lo hice por mas de media hora, hasta que por fin encontró uno “decente” y fuimos a buscar accesorios y pagar a cuenta de Dante. Eso si es raro, que gaste en mí.
<Recuerda que lo hace para no hacerlo quedar mal ante los demás. Él nos odia.>
Me recuerda mi conciencia y mi pequeña esperanza desaparece al instante.
…
El dia llega y ya estoy lista y sé que me veo hermosa, pero eso es algo que a nadie mas que a mí, le interesa.
Salgo de mi habitación y mi madre y su amante me esperan. Ella me mira indiferente, mientras que ese sujeto, lo hace con morbo y me incomoda mucho. Así que prefiero ignorarlo.
Después de una hora de camino, que, para mí, fue una eternidad, llegamos al lugar donde se hará el evento del nuevo inversor de mi esposo. Sin embargo, no lo hacemos en la entrada principal.
—Llegaron. —Dice Dante al acercarse al carro. Abre la puerta del pasajero y me pide que salga. ¿no me ayudará?
Lo hago sin reclamo alguno de mi parte.
—Súbete. —Me ordena y lo miro sin comprender. Él solamente bufa con molestia.
Abro la puerta del copiloto y me siento cerrando la puerta.
Le dice algo a mi progenitora y su “novio” y después entra a su carro y lo pone en marcha.
—Que te quede claro que lo hago por apariencia, no por otra cosa. —Dice sin mirarme.
Por mi parte me quedo callada.
Llegamos en la entrada del hotel y baja para “ayudarme” a bajar. Y claro, porque todos los medios se encuentran aquí y empiezan a tomar fotos y hacer preguntas, las cuales Dante ignora. Y lo agradezco.
—¡Dante! —Llega un hombre como de la edad de mi padre y lo saluda con una gran sonrisa.
—Jean Carlo. —En cambio mi esposo, sólo finge.
—Ella debe ser tu hermosa esposa. —Me mira y frunzo un poco el ceño. Es decir, no me incomoda, al contrario, pero ¿Por qué me siento diferente?
—Así es, es Romina. —Me presenta con el tal Jean Carlo, el señor toma mi mano y deja un casto beso en el dorso de mi mano.
Lo miro a los ojos con él a mí, y siento algo familiar en ellos.
¿Quién este hombre? ¿nos conocemos de algún lugar? Lo recordaría. O ¿no?
Narra Romina—¡Marcela! —Escucho un grito a lo lejos, mis ojos están cerrados y siento que pesan demasiado, al igual que mi cuerpo. —¡Romina! ¡Despierta! —Esa voz, es de mamá. Pero se escucha entre una mezcla de odio y desesperación.Empiezo a moverme y, al abrir los ojos, veo un c****o en mi mano derecha. ¿Qué hago con eso? Me siento mareada.Levanto mi vista y ¡No puedo creerlo! Es mi hermana menor, Marcela, quien se encuentra en el suelo en un charco de sangre.Debe ser una pesadilla, sin embargo, siento una fuerte cachetada que me hace reaccionar y me doy cuenta de que no es así.—¿Ma… Ma… Marcela…? — Digo tartamudeando por la escena tan espantosa frente a mis ojos.—¿Qué le has hecho a tu hermana? —Volteo a todos lados y no recuerdo nada, sólo que ella me había pedido venir a verla para ver lo de su vestido para su boda con el amor de mi vida, Dante Ríos.Si, él es el amor de mi vida y Marcela lo sabía, supuestamente me ayudaría a conquistarlo. Que ciega fui al creerle. La odie
Narra RominaRegresamos a casa después de la sepultura de mi hermana, papá tomó sus cosas y se fue de viaje de negocios, no quiere estar en una casa en donde no se encuentra su hijita pequeña.A mamá no le importa, mejor para ella, así podrá estar con su amante quien sabe dónde, siempre es lo mismo. En ocasiones llega muy tarde y ebria. A veces sola o acompañada.Subo a mi habitación para tomar mis cosas, ya no quiero estar aquí tampoco, hablé con Daniel y dijo que me daría posada mientras buscaba un lugar y claro, hasta antes de casarme con el hombre que me odia.Ya se fijó fecha para dentro de un mes.No sé si quiera hacerlo, pero es eso o la prisión y no quiero que mi bebito pase por ese infierno. Aun nadie lo sabe y si Dante se entera, sé que me lo quitará también y no dejará que lo vea.—¡Tú! ¿A dónde crees que vas? —Y ahí está la borracha.—¿No es obvio? —Digo y me voltea para darme una fuerte cachetada que me manda al suelo.—¡No vas a ir a ninguna parte! No vas a huir de tu re
Narra RominaHoy ha llegado el dia de mi boda y podría decir que estoy feliz por casarme con el hombre que he amado desde que lo conocí. Mas no es así, es todo lo contrario, tal vez sea porque me odia y culpa por haberle quitado a la mujer que él aun ama.También se suponía que papá estaría aquí para entregarme, pero como no es la boda de su princesa, no tenía caso estar. Sólo está mamá y su novio. ¡Vaya! Sin dejar de mencionar que será en un registro civil y no por la iglesia. Y obviamente no puedo ir en contra de ello.Desde que entré por la puerta, Dante no me ha mirado en ningún momento y es mejor así, no sé si soporte una vez esa mirada de odio.Me paro junto a él y escucho un gruñido de molestia y el juez comienza con la ceremonia.—Dante Ríos ¿Aceptas a Romina Méndez como tu legitima esposa? —Lo miro de reojo y parece un tempano de hielo.Pero acepta.Me hacen la misma pregunta y respondo en seguida. El juez pide besarme, no lo hace sólo sale del lugar.—¡Vaya! No pensé que te
Narra JuliánSemanas atrás…Después de un fin de semana reparador, llego al trabajo y veo que todos corren de un lado a otro.—¿Qué ocurre? —Le pregunto a mi asistente una vez que llego a mi oficina.—¿Tu amigo no te ha dicho nada? —Me mira sin dejar de fruncir el ceño.—¿Qué cosa? —La miro sin comprender y ella suelta el aire.—Se va a casar. —¿Qué dijo?—¿Qué? Pero ¿no su prometida había fallecido? —¿Qué le pasa?—Si. Pero sabrá Dios con quien lo hará. —Dicho eso, salgo de mi oficina y voy a la suya en donde escucho gritos de su parte y sale una joven muy asustada.Entro sin tocar y me fulmina con la mirada.—¿Qué quieres? —Dice con pésimo humor.—¡Dios! Pero que carácter. ¿Qué te tiene así? —Sé algo de ese rumor, sin embargo, lo quiero confirmar.—Me voy a casar. —Dice con frialdad.—Pero ¿con quién? —Esa sigue siendo mi duda.—Con Romina. —Dice con desagrado y al mismo tiempo siento como mi mundo se desmorona.—¿Romina? —Debí escuchar mal. Ella no.—No tengo más opción. —Tiene que
Narra Romina—¡Maldición! —Los gritos de un hombre hacen que despierte y al hacerlo, veo a Dante muy furioso y puedo imaginarme el por qué.—Dante. —Le hablo y me mira sin dejar esa expresión.—¿Por qué pasamos la noche juntos y en este cuarto de hotel? —Me cuestiona sin dejar de mirarme.¡Dios! Mi madre sabía que algo como esto pasaría, así que me dijo lo que debía “aclarar” y, además, no se dé cuenta de mi embarazo antes de tiempo.—Tú me mandaste a llamar con mi madre, que querías verme. —Sólo espero que se crea toda esta mentira o estaré perdida por los dos lados.—¿Qué? —Toma su teléfono y lo revisa.—¡Demonios! —Veo como se hala los cabellos con frustración y yo estoy asustada, temo que me pueda hacer algo y espero que no se atreva.—En lugar de mirarme, vístete y lárgate. —Me dice con frialdad antes de adentrarse al baño.Suelto un gran suspiro y una lagrima solitaria, la cual limpio de inmediato.Salgo de la cama y tomo mi ropa y me la voy poniendo. Arreglo un poco mi cabello,
Narra Julián.Han pasado tres semanas desde que Romina se casó con mi mejor amigo y sigo sin poder creerlo. Estaba por decirle lo enamorado que estaba de ella, bueno, aun lo estoy y sé que me tengo que resignar de que la he perdido.—¿Ahora qué te pasa? —Dice Claudia al entrar a mi oficina.—Nada. —Aunque me niegue hablar, ella termina por que lo haga.—Te conozco. —Me imaginé.—Es mi madre, insiste en casarme con la tal Leticia. —Digo con mal humor.—Entiendo. Pero ¿le has dicho de tu amor por Romina? —Me pregunta con curiosidad.—Traté, mas no me quiere escuchar. Además, —Dudo si le digo o no lo del día que se casó la mujer que amo, aunque sé que lo averiguará. — El día que ella se casó, me fui a un bar para olvidar todo esto, sin embargo, al día siguiente amanecí al lado de una mujer desconocía, que resultó ser la hija de la amiga de mi madre. —Y desde ahí esa mujer no ha dejado de buscarme.—Pero que insistencia de parte de tu progenitora… —Se queda calla, porque se abre la puerta
Narra DanteAun no puedo creer que me haya metido con esa… ¡Dios! Pero ¿En qué momento se me ocurrió toda esa locura? Debí dejar que pagara su crimen en prisión. Sin embargo, hice la promesa de hacer de su vida un infierno, por haberle quitado la vida a la mujer que amaba.Aun me sigo preguntando ¿Cómo es que terminamos juntos y sin nada de ropa en ese cuarto de hotel? Según fui yo quien quería verla, no le creía, hasta que vi mi movil y confirmé que era verdad. Sigo sin entender cómo pude hacer eso. Se supone que la odio.Y sin contar que era virgen, digo había una mancha de sangre en la sábana. —¡Demonios! —Digo con odio y tirando un vaso con algo de líquido aun, al suelo.—¿Qué ocurre? —Dice Pamela, mi hermana, entrando a mi despacho en mi casa.—Nada. —A nadie le tengo que dar explicación alguna. Esto lo tengo que resolver yo solo.—¿No confías en mí? —Me dice un poco decepcionada.Pareciera que leyera mi mente, mas no se lo haré saber.—Ya te lo dije, no es de tu incumbencia. A