Capítulo 8 ¿Quién ese hombre?

Narra Romina

Y como es de costumbre, me encuentro sola en el departamento, la mujer que había contratado mi madre también hace lo que quiere, sólo me trató bien los primeros días, ya después me ignoraba o me ponía mala cara cada vez que le preguntaba que prepararía de cenar.

¡Dios!

Seguramente mi madre debió decirle lo que le hice a mi hermana o así es esa mujer.

Suelto un largo suspiro y me acomodo en el sofá para tratar de relajarme. Sin embargo, se abre la puerta y es mi progenitora, quien trae una sonrisa, pero al verme, se le borra de inmediato.

—Que bueno que te veo. —Dice con desagrado y yo me siento algo nerviosa.

—Fui a ver a tu esposo y no quiere que trabajes en la empresa. —¿Qué no había dicho que no le pediría algo así? Aun así, esas palabras me desanimaron mucho.

—Yo… —Me interrumpe antes de que pueda yo decir algo.

—No digas nada. Me dijo que puedes trabajar, pero desde la casa, y me pareció una excelente noticia. —Bueno, al menos no estaré aburrida.

Extiende unos documentos y me dice que lo que debo hacer con ellos. Los tomo y me acomodo en la mesa del comedor y me pongo a revisarlos y en una libreta voy anotando los errores que voy encontrando.

Después de una hora dejo aun lado los papeles y me levanto para poder ir a hacer mis necesidades. Y una vez que termino, me lavo las manos y salgo del tocador y veo que la cena ya está lista.

—Come. Mi nieto tiene que estar sano para cuando nazca. —Al menos se preocupa por mi bebito.

Tomo asiento y tomo los cubiertos y como en silencio.

Mi madre estaba a punto de comer el primer bocado, cuando suena su movil y sonríe a la pantalla antes de responder.   

—Yerno ¿a qué debo tu llamada? — Pregunta sonriendo, aunque yo la pueda ver solamente.

—Ajam… —¿Qué tanto le estará diciendo Dante a mi progenitora? Aunque al ver que cambia de expresión, igual no es nada bueno.

Otro silencio que ha despertado mi curiosidad.

¿Y si se quiere divorciar de mí y hacerme pagar en prisión? O ¿descubrió mi embarazo y no quiere saber de mí y nuestro hijo?

No, por favor. Lo amo y sé que, si demuestro mi inocencia, él sentirá lo mismo por mí.

Eso espero.

Miro a mi madre y me observa con mal humor. Quiero preguntarle de que hablaron, pero la verdad me da miedo a cuál sea la respuesta.

—Dante llamó para decir que lo acompañarás el sábado a un evento. — Esperen… ¡¡¿Qué dijo?!!

—¿Un even… evento? —Pregunto sin poder creer lo que me acababa de decir, digo, he asistido con mi familia mas no con quien ahora es mi esposo y eso me tiene feliz.

—No te hagas ilusiones. — Dice y la verdad no me había que estaba sonriendo, así que dejo de hacerlo.

—Así que mañana iremos de compras, tienes que ir muy bien presentable. No quiero que hagas el ridículo y de paso a tu esposo. —Sólo me limito a asentir, porque diga lo que diga no me va a creer.

Y así fue, aquí nos encontramos en una de las mejores boutiques, viendo varios vestidos y la mayoría hermosos.

— Pruébate estos vestidos. Lo bueno que aun no se te nota el embarazo, aunque por otra parte… —Se queda callada un momento. —Ándale ¿Qué esperas?

Entro al vestidor y me miro por un momento al espejo que tengo frente a mí, observando mas mis ojos todos apagados y sintiendo que todo es un mal sueño, y que en cualquier momento voy a despertar, mas no es así.

Me quito mi ropa y me pongo el primer vestido, salgo y llamo a mamá para que me vea, lo cual hace, pero con desagrado, así me pide que me pruebe los demás.

Lo hice por mas de media hora, hasta que por fin encontró uno “decente” y fuimos a buscar accesorios y pagar a cuenta de Dante. Eso si es raro, que gaste en mí.

 <Recuerda que lo hace para no hacerlo quedar mal ante los demás. Él nos odia.>

Me recuerda mi conciencia y mi pequeña esperanza desaparece al instante.

El dia llega y ya estoy lista y sé que me veo hermosa, pero eso es algo que a nadie mas que a mí, le interesa.

Salgo de mi habitación y mi madre y su amante me esperan. Ella me mira indiferente, mientras que ese sujeto, lo hace con morbo y me incomoda mucho. Así que prefiero ignorarlo.

Después de una hora de camino, que, para mí, fue una eternidad, llegamos al lugar donde se hará el evento del nuevo inversor de mi esposo. Sin embargo, no lo hacemos en la entrada principal.

—Llegaron. —Dice Dante al acercarse al carro. Abre la puerta del pasajero y me pide que salga. ¿no me ayudará?

Lo hago sin reclamo alguno de mi parte.

—Súbete. —Me ordena y lo miro sin comprender. Él solamente bufa con molestia.

Abro la puerta del copiloto y me siento cerrando la puerta.

Le dice algo a mi progenitora y su “novio” y después entra a su carro y lo pone en marcha.

—Que te quede claro que lo hago por apariencia, no por otra cosa. —Dice sin mirarme.

Por mi parte me quedo callada.

Llegamos en la entrada del hotel y baja para “ayudarme” a bajar. Y claro, porque todos los medios se encuentran aquí y empiezan a tomar fotos y hacer preguntas, las cuales Dante ignora. Y lo agradezco.

—¡Dante! —Llega un hombre como de la edad de mi padre y lo saluda con una gran sonrisa.  

—Jean Carlo. —En cambio mi esposo, sólo finge.

—Ella debe ser tu hermosa esposa. —Me mira y frunzo un poco el ceño. Es decir, no me incomoda, al contrario, pero ¿Por qué me siento diferente?

—Así es, es Romina. —Me presenta con el tal Jean Carlo, el señor toma mi mano y deja un casto beso en el dorso de mi mano.

Lo miro a los ojos con él a mí, y siento algo familiar en ellos.

¿Quién este hombre? ¿nos conocemos de algún lugar? Lo recordaría. O ¿no?   

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