Narra Romina
Y como es de costumbre, me encuentro sola en el departamento, la mujer que había contratado mi madre también hace lo que quiere, sólo me trató bien los primeros días, ya después me ignoraba o me ponía mala cara cada vez que le preguntaba que prepararía de cenar.
¡Dios!
Seguramente mi madre debió decirle lo que le hice a mi hermana o así es esa mujer.
Suelto un largo suspiro y me acomodo en el sofá para tratar de relajarme. Sin embargo, se abre la puerta y es mi progenitora, quien trae una sonrisa, pero al verme, se le borra de inmediato.
—Que bueno que te veo. —Dice con desagrado y yo me siento algo nerviosa.
—Fui a ver a tu esposo y no quiere que trabajes en la empresa. —¿Qué no había dicho que no le pediría algo así? Aun así, esas palabras me desanimaron mucho.
—Yo… —Me interrumpe antes de que pueda yo decir algo.
—No digas nada. Me dijo que puedes trabajar, pero desde la casa, y me pareció una excelente noticia. —Bueno, al menos no estaré aburrida.
Extiende unos docume