Sebastian pidió a sus empleados que le consiguieran un pijama, un té para tranquilizar los nervios y unas pastillas para dormir. Olivia seguía temblando cuando las cosas que él ordenó llegaron a la habitación, así que envió un mensaje al asistente de seguridad para que llamara un médico. El joven pareció unos treinta minutos más tarde, Sebastian ya tenía a Olivia cobijada y de vuelta en la cama.
—No es necesario, estoy mejor.
—Olivia, ¿esto ocurre muy seguido?
—No, es ocasional y solo ocupo algo para dormir.
El médico le tomó los signos vitales y estaban un poco alterados por lo que decidió que un calmante sería lo mejor.
—¿Algo lo detona en específico?—preguntó el médico y ella no quiso darles una respuesta.
El médico le puso una bolsa de suero pequeña y Sebastian le dijo a Olivia que se cambiaría