Olivia estaba frente a la mansión Pieth, vio su hijo abrazándose con Emilia Pieth como si realmente fuese su abuela. Se giró hacia Arturo y preguntó:
—¿Estás seguro?
—Sergio es mi alma gemela, tú mi hermana, obvio sí.
—Olivia, ¿dónde están tus maletas y las de Sebastian?—preguntó Emilia.
—Sebastian y yo sabemos que no somos Pieths y que esta es una actividad familiar.
—Tienes dos niños registrados con ese apellido —Comentó Emilia. —Eres de la familia.
—Vamos a ser hermanos mayores así que estarán muy ocupados viendo al bebé.
—Felicidades—Respondieron todos y Olivia sonrió nerviosa, le dio un beso a sus hijos y le advirtió a Arturo que podía devolverles cuando estuviesen insoportables y más locos que de costumbre. La mujer se subió en el asiento trasero y llamó a su esposo para saber si se veían en el hospital o si pasaba por él, Sebastian aceptó que le recogiera, estaba fuera del ba