Celeste. Era mi día de descanso, pero aún así solía irme al campo de entrenamiento para trotar un rato en las mañanas sin la supervisión de Kael. Necesitaba volverme fuerte lo más pronto posible, y mostrarle que ya podía avanzar a la siguiente etapa. El que a veces me acompañaba era Damián, ya que aprovechaba para recolectar plantas medicinales por esos lados del bosque. —¿Terminaste? —Me preguntó al verme sentada y jadeando. Tenía su bolso lleno con todo tipo de plantas. —Dame un minuto —pedí, mi pecho quemaba. —Sabes, no tienes que hacer esto todos los días. El cuerpo también necesita descansar para recuperarse —comentó.—Descanso sábados y domingos —bromeé—. ¿Y para qué son las plantas? Si ustedes tienen el don de sanadores desde que nacen… Damián me vio con una ceja alzada y se sentó cerca de mí, dejando el bolso a un lado. —Veo que entrenar con Kael no te ha servido de mucho —comentó, riendo—. No nací con este don. Me criaron los sanadores para no dejarle todo el peso a
Celeste. Faltaba poco para el anochecer y tenía que ir a la habitación de Kael debido a la aparición de la luna llena. Mientras esperaba, me encontraba hablando con Samanta en una banca cercana a la cabaña de Kael. —Sabes, cada noche tengo ese mismo sueño de cuando caí al río —comentó, viendo el cielo de tonos naranjas—. Es aterrador. —Pronto dejarás de soñar con eso. Me pasó lo mismo al ver la muerte de mis padres… —confesé, cabizbaja—. Es un trauma que se queda durante un tiempo. —¿Tus padres murieron frente a ti? —Abrió la boca con horror y se la tapó con la mano—. Debió de ser horrible, Celeste. Me acarició el hombro en apoyo. —Estoy bien, porque sé que algún día lograré vengarme —Estiré mi mano en dirección al cielo, viendo que la luna estaba por asomarse—. Eh, tengo que irme… —¿Por qué? —Tengo que encontrarme con Kael. —No puedes, Celeste —Agarró mis manos para detenerme—. Hoy hay luna llena. ¿No has escuchado a la gente? Me han advertido tantas veces que ver a Kael du
Luther. —¿Cómo va el crecimiento del bebé? —pregunté, caminando junto a Elise hacia el sótano. La manada logró capturar a un demonio bastante peculiar que llamó mi atención. Lo tenían encerrado en el calabozo y me encantaría hacerle una propuesta. Sonreí de lado, pensando en las posibilidades que tendría de convertirme en el puto rey. —Va bien… —murmuró Elise, cabizbaja. Sobó su vientre. —¿Qué sucede? —No creo que sea buena idea —comentó, haciendo una expresión arrugada—. Puede ser peligroso para ti, y no quiero perderte. Se detuvo. Colocó ambas palmas sobre mi pecho, y nuestra diferencia de altura le dificulta llegar a mi boca. Me incliné un poco para darle un suave beso en la frente. —¿No quieres que seamos los reyes del mundo entero? —inquirí, acariciando su cabeza—. Hemos acabado con los Eldrin, y no vamos a detenernos por miedo. —Luther, los demonios son astutos y siempre se salen con la suya. ¿Y si te pide a cambio la vida de nuestro hijo? —Apretó los labios. Me mofé
Celeste. Estaba caminando tranquilamente por el pueblo, hasta que vi a Nolan venir hacia mí con una enorme sonrisa. Trataba de evitarlo desde la última vez, no quería meterme en problemas con Kael, y era incómodo hablar con él porque se insinuaba en cada oración. —¡Celeste! Mi reina, ¿qué tal estás? —preguntó, dándome un abrazo rápido que me hizo parpadear—. Kael le ha dicho a toda la manada que eres capaz de controlar su maldición. ¿Es por eso que te cuida tanto de mí? Alzó una ceja y colocó ambas manos en su cintura. No pensé que Kael sería tan rápido en compartir la noticia con la manada entera… Con razón todos me veían sorprendidos. —Todavía no sabemos cómo funciona —dije—. No es que sea parte de mi poder. —¿Tampoco están destinados? —inquirió, frunciendo el ceño. Negué. —Creo que no. Me encogí de hombros. La coleta de Nolan le daba ese toque de elegancia, y sus enormes bíceps le daban cierto atractivo. —Entonces… —Se acercó con delicadeza a mí—. ¿Estás disponible? La
Kael. —Esto es malo… —dije, apretando los puños con fuerza. —¿Qué vamos a hacer? —cuestionó Nolan. —La empresa de papá —susurró Damián. Los tres estábamos en mi oficina discutiendo sobre los distintos recursos que dejamos de recibir de varias manadas aliadas que teníamos. Nos enteramos de que Luther era el culpable. Además, hizo un pacto con un demonio que aumentó su poder y le dio habilidades especiales. —Luther está demente. ¿Planea apoderarse del mundo entero? —inquirió Nolan, rodando los ojos—. Pero Damián tiene razón. El huerto no podrá mantener a todos si no hay manadas que comercien con nosotros. Debemos buscar la forma de ganar dinero en el mundo humano. —Un segundo ingreso —aseveré, moviendo el lapicero sobre la mesa—. ¿Cuánto polvo tendrá ese bar? Lo bueno era que mi padre tenía un contacto en el mundo humano que podría ayudarnos… sólo esperaba que estuviera vivo. —¿Qué tan difícil puede ser llevar un bar de prostitutas? —No es un bar de prostitutas —refuté—. Es un
Celeste. Habíamos llegado al dichoso bar todo polvoriento del que me habló Kael. Dejamos nuestras maletas en un hotel cercano hace un día. —¡Kael! ¿Cómo has estado? —Un hombre vestido de traje y una barba larga lo saludó. —Espero no haya problemas en que ellas estén presentes —Nos miró de reojo. —Para nada —El hombre pasó un trapo por una mesa polvorienta y nos dio sillas—. Pensé que nunca volvería a verte. Recuerdo lo joven que estabas cuando viniste la última vez. Había luna llena esa noche, por lo que Kael no me despegaba de su lado y parecíamos una pareja de enamorados. Mis manos estaban temblando por su cercanía, y supe que Samanta lo notó por la mirada pícara que me lanzó. —Bueno, ¿Quieres revivir el bar? —preguntó, juntando ambas manos sobre la mesa.—Así es, Jack. No tenemos una fuente estable de ingresos, ya que hay cierto alfa aniquilando a todos… —murmuró Kael, casi golpeando la mesa con su puño. —Uh, peleas de criaturas. ¡Bueno! Soy el hombre indicado —Se señaló a s
Celeste. Kael me arrastró a su habitación para no perder la cordura. Ya me estaba acostumbrando a dormir junto a él durante esas noche, aunque nos dábamos la espalda en la cama. —¿Por qué pagaste otra habitación? —Me crucé de brazos—. Si de todas formas me ibas a pedir que me quede contigo. A veces él tomaba decisiones tontas. —Quise que tuvieras tu espacio, pero… —Tragó saliva, un poco nervioso—. Ya me acostumbré a estar calmado durante las noches de luna llena. Me da miedo volver a sentir tanto dolor.Su confesión fue tan sincera, que sentí mucha pena por él. Kael no era el villano, por muy frío que se comportara. Apreté los labios y me senté a su lado en la orilla de la cama. —No te dejaré solo, Kael —Agarré su mano de imprevisto. El calor que me compartió su piel me hizo estremecer—. Somos un equipo ahora. Tú me estás ayudando, y yo a ti. Kael giró su rostro para mirarme a los ojos. Sus iris tenían una tonalidad parecida a la miel y hacían que se viera perfecto por su largo
Luther. Acabé con otra manada pequeña que quedaba lejos de mi territorio. Culminé al cortarle la cabeza a su alfa y mostrársela a los sobrevivientes, estos dejaron de pelear con mis aliados. —Escúchenme todos, si quieren sobrevivir, únanse a mí —proclamé, alzando la voz—. Soy su única esperanza. La mayoría volvieron a su forma humana y se arrodillaron frente a mí. Sonreí, porque desde que el demonio se fusionó conmigo, era capaz de controlar las sombras a mi favor. Aunque debido a eso era preferible atacar de noche. —Veo que te está gustando mi poder —habló Malzahar en mi cabeza—. No olvides que tu alma es mía, Luther. Procura no morir pronto si quieres seguir disfrutando. —Nadie podrá matarme, demonio. —Eso es lo que tú crees —soltó una carcajada burlona. —Cariño, sé que vinimos a pelear y todo, pero he buscado el momento oportuno para darte la noticia —La voz de Elise me interrumpió. Se veía emocionada. —¿Qué pasa? Te he dicho que te mantengas en la retaguardia, estás embara