83. ¿Derramar sangre inocente?
La tensión en la sala era espesa, casi tangible, como una neblina que se colaba entre los huesos y oprimía el pecho. Un silencio denso se había apoderado del lugar, roto solo por el murmullo de respiraciones contenidas y algún que otro suspiro nervioso.
Los miembros del Consejo estaban sentados en semicírculo. El nombre del cachorro, Rowan, no era pronunciado, pero flotaba en el aire como un espectro, presente en cada pensamiento, en cada mirada esquiva, en cada arruga prematura que el miedo les había cincelado durante la noche.
Al frente, Alexander, el beta, se mantenía de pie. Aunque lideraba la manada de forma provisional, todos sabían que la verdadera figura de poder era otra. El alfa Damián estaba ausente por lo implicado que estaba emocionalmente en el caso.
— No podemos ignorar lo que ocurrió anoche — una anciana atreviéndose a romper primero el silencio — Ese niño no solo nos paralizó. Fue más que eso. Proyectó una fuerza invisible, una presencia helada, como una garra i