Capítulo 23.
El agua helada me caló los huesos, pero aún así nadé usando la corriente como impulso.
Sabía que la Luna Suprema cuidaría del resto de los cachorros, así que eso no me preocupaba, sino lo que veía delante de mí.
El cuerpo de Alina era arrastrado a una velocidad sorprendente y no parecía que estuviera consciente.
No quería pensar en lo peor, pero era inevitable al ver que estaba por debajo del agua y ya llevaba al menos un minuto así.
Debía darme prisa.
Usé toda la fuerza de mis piernas y finalmente pude tomar a la pequeña por el brazo. Tristemente la corriente era demasiada intensa en este punto, así que por algunos metros no pude hacer otra cosa que dejarnos arrastrar mientras trataba de mantener fuera del agua su cabeza y que las rocas o raíces no la lastimaran más.
Aunque no estaba segura de qué tan profunda era, claramente había una herida en su frente por la que le brotaba bastante sangre.
Llegó un punto en que la corriente por fin nos arrastró cerca de la orilla y,