Gail.
La había cagado. Hasta el fondo.
Deb se había ido tan rápido que ni siquiera me dió tiempo de decirle que mi confusión era porque ella me gustaba. Mucho.
Un lobo cuando encuentra a su verdadera pareja, no se fija en nadie más. Nunca. Ese era el único indicativo de que la habías encontrado y, aún así, muchos ignoraban el sentimiento o lo confundían con simple atracción.
Normalmente se conformaban con cualquiera que fuera un poco de sus gustos.
Con la muerte de la pareja podías volver a sentir una atracción como esa, claro, pero era difícil encontrar a alguien medianamente compatible.
Y a mí me estaba pasando.
No es que fuera un sentimiento tan intenso y profundo como me sucedió con Abi, pero era algo que había surgido de la amistad, el compañerismo y la libertad para poder apreciar a la loba como la hembra admirable que era.
Ahora solo me faltaba no ser tan estúpido como para no poderme expresar correctamente de nuevo.
Y eso lo haría en cuanto regresara de la misión que