En cuanto pasó la primera oleada de dolor abrí los ojos.Ef estaba en mi campo de visión diciendo algo en pánico. Gail me miraba con igual preocupación; ni siquiera me había percatado de que estaba acostada sobre el piso hasta que Gail se levantó y salió de mi vista.Fue entonces que me di cuenta de que ese dolor me era conocido.Una lágrima rodó por mi mejilla.No, Dulce Madre. Por favor... no.Era el mismo dolor que sentí cuando mi vínculo con mi anterior pareja se rompió... y estaba segura de que esta vez no sobreviviría.Dolió cuando no conocía al tipo de nada, ¿Ahora? La muerte sonaba tentadora.Traté de girar la cabeza para mirar más allá de Ef, pero una segunda punzada atravesó mi cuerpo. Quizá estaba gritando, quizá solo me quedé callada soportando lo que sentía.¿Por qué Nuestra Gran Madre me daría una segunda oportunidad solo para sentir la muerte de mi pareja?No lo soportaría. No después de encontrarlo.Grité, rogué... recé, pero el dolor solo se acrecentaba por segundos.
Su loba se desplomó en segundos y yo la tomé en brazos con delicadeza. La extraña luz blanca que emitía se atenuó un poco dejando visible su pelaje negro. Desde que la vi más temprano cubierta de heridas yo simplemente perdí el control. Mi lobo quería la sangre de todos los que se encontraban en el lugar. Ella parecía estar bien, de alguna forma, pero eso no me apaciguaba. Decidí alejarme de ella y canalizar mi furia asesina en nuestros objetivos. Ya tendría tiempo de hablar con ella y asegurarme de que, efectivamente, todo estaba bien. Me hundí tanto en esa tarea que apenas y noté que mi manada seguía adelante sin mí; por supuesto, mantuve un oído en ellos, por lo que cuando encontraron a Calavera simplemente dejé de mutilar al último Renegado que quería escapar y corrí hacia allí. Con la adrenalina corriendo por mis venas no me había dado cuenta de algo importante: Me estaba sintiendo más débil. No entendí la razón hasta que Calavera me alcanzó a rozar por primera vez con
Llegamos poco antes del amanecer a la manada y prácticamente tuve que empujar a Ef para que saliera de mi camino. Tenía un lobo que ver y Ef parecía determinado a que siguiera perdiendo el tiempo. -Entre todos lo someteremos. - Gruñó casi en mi cara. - Y terminará tomándose el antídoto antes de ir a cualquier sitio. Clauidiqué solo para que me dejara en paz. Esperé un total de quince minutos para convencer a Ef de que todo estaba bien conmigo y para que le suministrara más antídoto a Iris. -Por suerte la mayor parte del acónito en sus garras lo usó en usted. - Dijo Ef frunciendo el ceño. - Y eso no me tranquiliza para nada. Después corrí con toda la potencia de mis piernas hacia el territorio en donde vivía el lobo blanco. Mi compañera seguía descansando en mis brazos, pero yo necesitaba tranquilidad en mi alma así que lo primero que hice al llegar al territorio silencioso fue pedir una audiencia con el lobo. -¡Sal! - Gruñí con urgencia. Solo tardó un par de segundo
La oscuridad había caído sobre el bosque desde hacía horas. El lobo blanco se había alejado tan silenciosamente como apareció y me dejó disfrutar de la vista a solas. Reapareció solo para dejarme una manta caliente para ponerle a Iris encima. Tenía mucho en qué pensar; no dejaba de darle vueltas al asunto de que Nuestra Gran Madre me había bendecido encontrando a mi verdadera compañera, la otra mitad de mi alma y mi corazón. No solo la encontré, sino que había aceptado emparejarse conmigo y ahora era enteramente mía. Estaba jodidamente feliz y satisfecho, pero no podía evitar pensar en todo lo que había tenido que sufrir mi pareja para llegar hasta mí. No me parecía... justo. Sentí al lobo blanco volver a acercarse al amanecer. No me moví, así que el plato de comida que traía entre sus mandíbulas tuvo que ponerlo prácticamente en mi cara. -Gracias. - Dije en voz baja. - Por todo. El lobo asintió y estaba a punto de irse cuando lo detuve. -¿Podrías decirme tu nombr
-Entonces, ¿Vas a decirme qué es lo que hacemos en el territorio del lobo escalofriante? - Pregunté terminando de exprimir mi cabello. Mi color natural había regresado. Supongo que Liam no me eligió como su compañera porque le gustasen las rubias ya que mientras enredaba mis piernas en sus caderas gruñó que el negro era un color que se veía muy bien en mí.Era un romántico.-Necesitaba respuestas mientras estabas dormida. - Dijo peinando su cabello hacia atrás. Yo gemí con apreciación. Esque esos músculos... - Solo hay un lobo que conocemos y que parece saber mucho sobre cosas extrañas.-De acuerdo. ¿Y ya tienes las respuestas?-Si.Lo miré arqueando una ceja y él me sonrió antes de comenzar a ponerse el pantalón. Yo ya me había apropiado de su playera, así que tendría a la vista esos músculos un rato más.-Comparte con el grupo, Rep. - Dije finalmente.Él negó sin dejar de sonreír.-Primero necesito saber algunas cosas. - Dijo sentándose entre las raíces de un árbol cercano. - Por e
-Quiere tu trasero. -Nunca dijo eso. -Sus palabras fueron "aún no tienen nada que me interese". ¿Y si le gustan los traseros de ancianos? Nos buscará en cinco años, estoy segura. -Para empezar, tener treinta no es ser anciano y para continuar, en el supuesto de que quiera mi trasero, ¿Qué quiere de ti? Yo tosí, pero claramente salió un "vejestorio" de mis labios. -Mi bendición para que lo deje agarrar tu trasero, obviamente. El resto del camino discutimos sobre si era o no terapéutico agarrar su trasero y otras tonterías. Ambos sabíamos que yo necesitaba la distracción porque estar en el territorio del lobo blanco me causaba escalofríos... y no de los agradables. -¿Has terminado con tus teorías sobre Alderik? Yo lo pensé un poco antes de encogerme de hombros. -Creo qu si. Ahora, ¿Me dirás por qué te encuentras absolutamente feliz? Lo había encontrado sonriendo durante todo el camino y estaba un noventa y cinco por ciento segura de que no era por mis desvarios.
Una semana después. -Compañera. - Susurró Liam en mi oído y yo me estremecí al sentir sus manos explorando mi cintura. -Dormida. Soltó una risa ronca. -Yo también. Solo quería asegurarme de que no tuvieras frío. -Hambre. Sueño. Frío no. - Murmuré. -Eso se puede arreglar. Lo sentí desenredarse de mi cuerpo así que abrí solo un ojo para ver su trasero contonearse al salir de la cueva en la que estábamos. Habíamos tenido un montón de días locos y Liam decidió que necesitabamos un tiempo a solas. Guardias de la mayor parte de las manadas nos habían visitado para llevar a casa a sus hembras y cachorros. Aquellos sin manada les ofrecimos integrarlos a alguna pero las hembras estaban reacias a dejar nuestro territorio. -Aquí está el poderoso Alfa Supremo, nadie nos tocará de nuevo si nos quedamos aquí. -Dijo una de ellas cuando pregunté al respecto. Buscaban protección y no las culpaba. Ef y yo trabajábamos con ellas en la cuestión de confianza para que pudieran
Me levanté de un salto. -¿Está herido? -No es eso. - Dijo acercándose para acariciar mi cabeza. - Solo me ha traído un par de noticias y a un lobo con él. Hay una misión en el Sur, se ha solicitado mi presencia para ser testigo de un duelo por el título de Alfa. Lo miré. Quizá estaba preocupado porque sería la primera vez (sin contar secuestros) desde que nos emparejamos que estaríamos separados por algunos días. No me encantaba la idea, pero lo entendía. -Uh... está bien. ¿Cuándo partirás? Tomó mi mano. -No iré solo. Te necesito. Le hice un puchero más. -No quiero ser tu escudo contra lobas cachondas y oportunistas. Es cansado y a mí me gusta dormir. Sentí su fugaz diversión. -Lo tendré en cuenta, sin embargo no es por eso que te necesito en esta misión. -Dijo mirando hacia la entrada de la cueva. - Puede que tengas que meter en cintura a una Luna. -Eso suena interesante, aunque aún no hemos hecho un recorrido oficial por las manadas para que sepan quién