POV DE PRIETO.
Ya había tenido la reunión con Yasin Burguen para unirme a su despreciable clan, un encuentro que se prolongó durante horas en las afueras de Estambul.
Soportar a ese viejo decrépito, con sus ademanes pretenciosos y su falsa cordialidad, había sido tan difícil y agotador como retener un pedo en el autobús mientras andas con churreta.
Fue asfixiante y abominable escuchar su extenso discurso sobre el negocio familiar, las numerosas empresas que controlaba, y toda la tracalada de crueldades que ha realizado a lo largo de décadas. Sus palabras resonaban en las paredes mientras presumía de sus conexiones políticas y sus métodos para mantener el control sobre sus territorios.
El anciano pensaba impresionarme con sus pequeñas hazañas de aprendiz que realizó en sus años mozos, relatando con orgullo desmedido cada detalle insignificante, pero no sabe que a un demonio como yo, curtido en mil batallas y con un historial que haría temblar a cualquiera, no puede sorprender con esas