POV DE PRIETO
Dichas mis palabras se queda en trance completo, totalmente inmóvil como una estatua de mármol bajo la tenue luz de la luna. Su respiración, antes agitada por el forcejeo con mis hombres, ahora apenas es perceptible en el silencio denso que nos rodea.
—¿Qué has dicho? —me pregunta con voz quebrada mientras le regalo una sonrisa cínica y deliberadamente cruel, acercándome con pasos lentos y calculados hacia ella, disfrutando cada segundo de su evidente confusión. creciente.
Con un movimiento rápido y sorpresivamente delicado, aparto el cabello negro azabache que cubre parte de su rostro angelical, ahora descompuesto por la preocupación, y musito casi contra su oído, sintiendo cómo se estremece involuntariamente ante mi proximidad indeseada.
—Lo que has escuchado, sultanita… Tengo a tu madre en mi poder, encerrada donde nadie jamás podrá encontrarla —sus ojos arden con furia incontenible como llamas de odio puro. Percibo que desea desesperadamente soltarse de las ataduras