Capítulo 82. ¡Sabía que vendrías!

Enzo corrió hasta que la encontró sentada en un banco mirando hacia el horizonte, la luz de la luna se reflejaba en su silueta, no era necesario mayor luz para verla, porque la noche estaba suficientemente iluminada, en su cara se notaba que estaba molesta, se acercó a ella haciendo el mínimo ruido, temía que si a escuchaba tuviera la oportunidad de volver a salir corriendo.

—Mi amor, por favor, no seas bravucona, ni celosa, sabes que eres la única mujer que amo —le dijo mientras la abrazaba, ella intentó liberarse, pero él no lo dejó—, por Dios Nicol, si me has vuelto un perro faldero, ¿Sabes la fama de blando que me voy a ganar al estar aquí rogándote para que te contentes conmigo? Y a pesar de ello, nada de eso es importante para mí, lamento si te hice sentir mal, te juro por mis hijos, que mi única intención al evitar que azotes a Gia, es porque Sebastián me dijo que un mal movimiento, golpe, estrés puede ser peligroso, y no quiero que les pase nada, ya he perdido mucho en la vida
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