Capítulo 14. Quizás si pueda jugar tu juego

Nicol vio con sorpresa, cómo el hombre frente a ella debió apartar la mano producto de la bala que le impactó, extendió su mirada y vio a Enzo con su rostro siniestro y ojos oscuros, parecía una especie de ángel vengador, y aunque unos segundos antes, ella estaba dispuesta a apartar al joven frente a ella por atrevido, ver la actitud del otro, le hizo cambiar de opinión y en su lugar le sostuvo la mano, para auxiliarlo, mientras el hombre se quejaba del dolor, esto enojó más a Enzo Ferrer, quién se acercó y con una voz dura le ordenó soltarlo.

—¡¡¡Suéltalo!!! ¡Ordenó en un grito!

—No lo haré, voy a atenderlo, quieras o no, tú no puedes decidir por mí —dijo furiosa.

—Por supuesto que sí puedo, porque tú no tienes ni voz ni voto en este lugar, eres mi prisionera.

—Y yo pensé… que era tu mujer, fue eso lo que dijiste cuando disparaste —refutó el joven, conteniendo el dolor con una mueca.

—¡Cierra tu boca! No te metas dónde no te llaman, no me obligues a cosértela para que la mantengas ce
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