— ¡CINCO MALDITOS MILLONES DE DÓLARES POR LA CHICA DE ROJO! Todos miraron al dueño de la voz, sólo para ver a un paralítico empujando una silla de ruedas hacia la primera fila. Los ojos de Marina estaban llenos de lágrimas, no podía creer que su marido la hubiera subastado. —¡Vendida! Marina Andrade fue víctima de la traición más amarga durante su luna de miel en Escocia. Su marido ahogado en deudas de juego, la ofrece en una subasta clandestina. Años más tarde descubre que perdonar no es siempre el acto más noble. Gavin MacLeod es un hombre deprimido por la muerte de su esposa e hijo. Va a Río de Janeiro y descubre que la esposa de su sobrino malversa dinero en el banco de su padre, cuando la envió a prisión no esperaba que su vida diera un vuelco tan grande. Marina no es solo la esposa de su sobrino, también es la mujer que le ha dado una razón para vivir. Marina deberá navegar por un laberinto de secretos y lealtades divididas para salvarse a sí misma, pero sobre todo para salvar a su hijo.
Ler mais— ¡Hiciste trampa!
Marina impresionada escuchó la declaración desesperada a su lado de su recién estrenado esposo muy nerviosa trató de calmarlo para que se fueran del casino.
—Quiero salir, amor…
— ¡Cállate!
Marina jamás olvidaría la cara de su marido al levantarse de la mesa de tapete verde, tenía el rostro del mismo color.
Él se limitó a ignorar sus súplicas y se enfrentó a su contrincante.
— ¡Es una trampa! —volvió a gritar él antes de arrojar las cartas a la mesa.
—Así es el juego muchacho —respondió su contrincante encendiendo un puro, lucía muy complacido.
—No pienso pagarte, ¡amañaste el juego!
Marina tomó el brazo de su marido y dio un alarido cuando vio que un hombre al que no habían prestado atención sacó un arma y la apuntó a la cabeza de su esposo.
Otro hombre la abrazó por detrás y tapó su boca.
El contrincante se puso de pie y ajustó su saco antes de enfrentar a su marido.
—Así no funciona, tú jugaste, perdiste y pagarás.
—¡No puedo pagarle tanto! —Reconoció con las manos en señal de rendición.
—Eres de Duncan, llama a tu familia...
—No, no puedo… solo… solo dame unos días…
El contrincante sacudió la cabeza y de repente miró a Marina, luego murmuró algo al oído de su marido sin quitar la mirada de ella.
—Encuentra la manera de pagarme, tienes una hora; o los mataré.
El hombre sonrió a Marina, le guiñó un ojo, luego le dio una palmada en la mejilla a su marido como quien escarmienta a un muchacho y es lo que era.
José Manuel Duncan a sus 23 años jamás tuvo que enfrentar retos en su vida, es la primera vez que se ve presionado a responder como hombre por sus actos, pues sus padres le advirtieron que si se casaba con su pobre secretaria estaba de su cuenta.
En un solo instante entendió que no era tan astuto como creía, había sido engañado como un niño por un sinvergüenza.
Llevó a Marina del brazo y salieron del salón.
—Amor ¿cuánto dinero perdiste?
Él no contestó, en cambio le dio un golpe a la pared del pasillo.
Marina puso las manos juntas en su boca, no había necesidad de decir la cifra, simplemente era demasiado.
—En nuestra noche de bodas, ¡¿Cómo pudiste?! Mírame, mírame ¡José Manuel!
José Manuel la miró con ojos de cachorro triste y perdido.
—Debes llamar a tu padre —insistió Marina.
— ¡No! Mi padre no me dará esa cantidad de dinero.
—Entonces llama a tu abuelo.
—Tampoco. Mi abuelo no puede enterarse que perdí esa cantidad de dinero en una apuesta o lo perderé todo. Conoces la norma de ética del banco, ni tú ni yo podremos trabajar allí si se enteran que estábamos en este club clandestino.
— ¡No es justo que me hayas hecho esto José Manuel! Y en nuestra noche de bodas, esta debía ser nuestra gran noche, mi primera vez ¿Cómo pudiste?
Las palabras de Marina hicieron que él volviera y la mirara a los ojos.
—Marina, ¿cuánto me amas?
— ¿Por qué preguntas eso? Te amo con todo mi corazón.
— ¿Harías cualquier cosa por mí?
Marina asintió con la cabeza muy segura.
—Ven, sígueme —le dijo.
Marina lo siguió corriendo en sus tacones para mantener el ritmo de las grandes zancadas de ese hombre.
Llegaron a otro salón del club, era amplió e iluminado.
José Manuel fue con los organizadores y Marina se quedó mirando las obras de artes que adornaban el opulento salón.
Había hombres que esperaban frente a un escenario con paletas numeradas en las manos, era obvio que habría una subasta.
Unos minutos después él regresó con una copa de champagne y casi la obligó a tomarla.
Marina tomó la bebida espumosa casi atragantándose y cuando quiso quejarse por la brusquedad de su marido él la pegó contra la pared en un rincón del salón.
—¿José Manuel, qué hacemos aquí? No puedes arriesgarte a perder más dinero —manifestó Marina confundida.
—Haz lo que te piden y me salvarás.
—Pero…
José Manuel la abrazó y le dio un beso apasionado.
Marina aturdida por semejante beso no pudo hacer nada antes de que él la empujara dentro de un camerino lleno de mujeres.
Algunas se preparaban para bailar con diminutos y coloridos trajes, otras se maquillaban.
Marina confundida no tenía idea de que debía hacer, ni porqué José Manuel la llevó allí.
Una mujer organizaba a las chicas como general a su tropa.
—Tú, la de rojo, tu representante me dijo que eres buena tocando el violín, toma este y prepárate que vienes tú.
«¿Sólo para que toque el violín?»
Marina observó el instrumento, era un bellísimo Stradivari, era muy costoso y un sueño para ella poder tocarlo.
—Chica de rojo, espero que lo hagas bien, eres muy hermosa —dijo la mujer empujando a Marina detrás del escenario, miró al subastador en el podio y le dijo: —. Esta es de último minuto, la sorpresa de la noche, inicia en un millón.
A Marina la empujaron al escenario oscuro y un reflector la iluminó desde el techo.
Habían pasado tres años desde la última vez que tocó en público.
Estaba nerviosa, pero al iniciar se dejó llevar por la melancólica melodía.
Ella había jurado no volver a un escenario después que su madre había muerto en un accidente de coche camino a una de sus presentaciones.
Desde entonces, ella había abandonado su pasión por el violín y aunque estaba nerviosa, la interpretación fue brillante.
Las luces se encendieron y los hombres la devoraban con la mirada, Marina jamás se sintió tan cohibida en su vida, no hubo aplausos, solo miradas lujuriosas.
—Esta hermosa belleza de Sudamérica no sólo tiene muchos talentos, es virgen y pura, su valor comienza en un millón de dólares.
« ¡¿Qué?! ¿No se subastaba el violín?»
Mariana miró asombrada a los ojos ardientes de los hombres del escenario cuando el primero levantó su paleta.
— ¡UN MILLÓN DE DÓLARES!
Marina sentía que se asfixiaba mientras buscaba a su marido con la mirada, pero no podía ver por ninguna parte.
—Este es un error —dijo Marina y nadie la escuchó en medio de la algarabía, el subastador la pregonaba a gritos a mucha velocidad…
— ¡DOS MILLONES!
La puja subió rápidamente, Marina intentó escapar pero fue atrapada por dos hombres de seguridad.
— ¡¿Alguien dice dos millones y medio?!
— ¡DOS MILLONES Y MEDIO!
—Dos millones y medio a la una, dos millones y medio a las dos.
— ¡CINCO MALDITOS MILLONES DE DÓLARES POR LA CHICA DE ROJO!
Todos miraron al dueño de la voz, sólo para ver a un paralítico empujando una silla de ruedas hacia la primera fila.
Los ojos de Mariana estaban llenos de lágrimas, no podía creer que su marido la hubiera subastado.
Se hizo silencio por parte de los pujantes.
— ¡Vendida!
Un año y medio después… El sol brillaba sobre las tierras altas de Escocia, iluminando el castillo MacLeod con una calidez que reflejaba la alegría del día. La prosperidad de los clanes MacLeod, MacTavish y Cameron, que ahora trabajan unidos, se refleja en cada aspecto de sus vidas. Han implementado innovadores proyectos de energía renovable y sostenible, asegurando ingresos estables y empleo para sus comunidades. Las tierras, antes divididas por rivalidades, florecen con cosechas abundantes y ganado saludable. Los castillos y aldeas rebosan de actividad, con escuelas y centros médicos que ofrecen una calidad de vida sin precedentes. Este esfuerzo conjunto ha forjado un futuro donde la cooperación y la solidaridad aseguran la continuidad del legado de sus ancestros, consolidando la paz y el bienestar para generaciones venideras. Mairi se encarga de las escuelas con la colaboración de Gabriela que ha encontrado en Escocia la tranquilidad que pensó encontraría en otro lugar.
Alec se levantó del asiento y le hizo un asentimiento de cabeza a Kendrick y sin detenerse los dejó solos. —Fui a hablar con tu padre, le dije que te quería cortejar —declaró Kendrick. — ¿Perdón? —Inquirió Elizabeth. —Me dijo que te irías a New York, que Marcelo sería el jefe del clan mientras tú te encargabas del proyecto de energía limpia. —Así es —corroboró Elizabeth. Kendrick la veía contrariado. — ¿Lo consideraste mejor? — ¿A qué te refieres? —No tienes que irte tan lejos de tu clan, con decirme que no estás interesada en mí sería suficiente.¿No lo considerarías majaderías de una muchacha frágil? Kendrick frunció el ceño. — ¿De qué hablas? —No me hagas caso, no es nada. Puedo garantizarte que si me voy a New York no es huyendo, solo que estratégicamente es mejor para mi clan que Marcelo se quede. —Está bien, ten un buen viaje entonces. Kendrick se levantó y le dio la espalda. — ¿Esa es tu determinación MacTavish? Espero seas más consec
El resto de la fiesta Elizabeth buscó excusas para mantenerse en su despacho, no podía enfrentarlos a todos, la rabia y la frustración hervía en sus venas haciéndola llorar de solo recordar lo que escuchó decir a Kendrick. Sentía ira, de esa que solo genera la culpa, si Kendrick no la veía sino como una niña era porque con él no era ella misma, se volvía un manojo de nervios. Él no la conocía realmente. Para ella era obvio que no la veía como una jefa. «Una tonta niña» Marcelo entró al despacho y se sentó frente a ella. — ¿Qué es lo que te pasa? Todos preguntan por ti. A Elizabeth le costaba no llorar delante de su hermano. —No es nada, solo que no me apetece el baile. Marcelo se acercó a su hermana y se sentó en el borde del escritorio. — ¿Qué ocurre realmente? ¿Por qué Gabriela me dijo que quieres irte con ella como misionera? Elizabeth sonrió y tuvo que limpiar el borde de sus ojos. —No me iré de misionera con Gabriela, ella ni sabe a dónde irá, y
Finalmente sería formalmente la toma del clan Cameron por su verdadero heredero. Los clanes MacLeod, Cameron y MacTavish, que alguna vez fueron rivales acérrimos, ahora conviven en paz. Gavin y Marina habían trabajado incansablemente para lograr este final feliz, y sus esfuerzos habían dado frutos. Marina observó desde la ventana de su habitación los preparativos al caer el sol, comenzaría la fiesta y los tres clanes se unían en uno solo a celebrar. Sintió las manos de Gavin recorrer su cintura y su deliciosa colonia inundar el ambiente, le dio acceso para que él le diera un beso en el cuello. —Estás muy hermosa —susurró antes de pasar la lengua por su pulso en el cuello. —Muchas gracias, mi amor, quizás después de la ceremonia podríamos escapar. Gavin emitió un murmullo de placer. —No me provoques, ya no puedo esperar para irnos de vacaciones. Marina miró los fuegos artificiales que marcaban el inicio de la fiesta y sonrió con nostalgia. —La última vez que
—No quiero hablar contigo… Las palabras de Gabriela no eran inesperadas para Gavin, ella lo había evadido desde que llegó. — ¿Solo podrías escucharme un momento?, por favor… — ¿Irme de París no te dejó claro que no me interesa escuchar explicación alguna? Gavin suspiró, en realidad era más el tiempo en que Gabriela había dejado claro que no le interesaba perdonarlo. —Fui estúpido… —Ya lo dijiste y demostraste. —Tenía miedo… —También lo dijiste. —Somos muy jóvenes y lo nuestro era muy intenso. —Pobre excusa. —Pero no puedo olvidarte. —Lo hubieras pensado antes de meterle la lengua a esa estúpida. —Una vez, una sola m@ldita vez… Gabriela quiso salir de la habitación y Gavin bloqueó la puerta. —No sé qué pasará mañana, ya he aceptado que debo encargarme del presente antes de enfocarme en lo que pueda pasar. Tenía miedo de echar a perder las cosas. —Y fue justo lo que hiciste. —Quería proponerte matrimonio. Gabriela limpió la lágrima
Alec no se sentía cómodo permitiendo que Elizabeth estuviera a solas con Kendrick, respiró profundo y resistió estoico. —Elizabeth no es una niña, ni mi hermano una bestia infernal —espetó Archie ofendido por el desagrado que mostraba Alec. —Él no merece tocar ni uno de sus cabellos —declaró Alec muy seguro. —Eso lo decide ella ¿No crees? —Enfatizó Archie con desdén y resopló con ironía—. Ni que la quisieras para ti —masculló sin poder resistirse. Alec molesto lo miró con ira. —Elizabeth es como mi hermana. Y me preocupo por ella, porque tu hermano es… —Cuidado con lo que dirás —le detuvo Archie levantando la palma en alto—, ella es como tu hermana, estás preocupado y lo acepto, pero es mi hermano de quien te expresarás. — ¡Él no se ha ganado mi respeto! Ninguno de ustedes, lo qué sé de ustedes es que son unos manipuladores… —No me disculparé eternamente por lo que hicimos. Podrías dar a Kendrick el beneficio de la duda al menos, si abres tu mente podría cambi
Último capítulo