POV Aldebrand
Hay silencios que pesan más que las palabras. Y en mi castillo, últimamente, hay demasiados.
Lo sentí antes de que nadie me dijera nada. Lo sentí en las miradas esquivas, en los pasos contenidos cuando entraba a una sala, en la forma en que Leonard parecía medir cada frase cuando hablábamos a solas. Mi hijo siempre ha sido un hombre firme, incluso rígido en su deber, pero ahora… ahora había algo más. Algo que no me estaban diciendo.
La mejoría de mi salud había devuelto cierta calma al reino. Volver a sentarme en mi sillón, beber té caliente por las mañanas, caminar unos pasos sin sentir que la muerte me rozaba los huesos… todo eso había sido celebrado como un presagio de buenos tiempos. El pueblo respiraba. Yo mismo lo hacía.
Pero la calma nunca es completa. Observé a Elara con atención en los últimos días. Más callada. Más pálida. Protegida de forma casi excesiva por Leonard. No era solo el cuidado de un esposo; era la vigilancia de un hombre que guarda un secreto frág