KEILY
—Fue una locura. En serio, me preguntó si podía chuparme los dedos de los pies por cien dólares —dice Samira, conteniendo la risa mientras intenta articular las palabras de forma coherente. Es evidente que ha bebido de más, pero conociéndola, no permitirá que nadie se interponga entre ella y una buena resaca.
El sol comienza a ponerse sobre la costa de Viareggio, y los últimos rayos de luz dorada forman un halo alrededor de su cabello mientras habla. Todas la escuchamos con atención, bebiendo lentamente, observando cómo gesticula al relatarlo, como si reviviera la escena frente a nosotras.
Llevamos cuatro días en Italia, y ha sido el viaje más intenso que he hecho en mi vida. Solo he estado en dos países antes —Francia e Irlanda—, cortesía del trabajo de mi padre cuando era niña. Pero no siento que haya tenido la oportunidad de disfrutar realmente ninguno, así que ahora intento absorber cada rincón de Italia mientras pueda.
Somos cinco mujeres en total: Samira, Ángela, Grace, Pr