2: Toca para mí

—Quiero algo muy simple— empezó —. Toca para mi.

Mis ojos se abrieron tan grande que por un momento pensé que iban a abandonar mi cuerpo.

—¿Que dices?— casi me atraganto con mi saliva al preguntar.

Miller quien estaba a un extremo de la habitación se acercó a mi Y acarició el piano hasta estar muy cerca.

—Creí que habíamos quedado que harías lo que yo quisiera.

Sus ojos azules recorrieron todo mi cuerpo, Miller se fue acercando a mi tan lento que mi corazón solo latía cada vez más rápido, estuvimos así por un tiempo hasta que mi espalda chocó contra la pared. M****a. Miller acercó su rostro a mi cuello y trate de alejar mi rostro del suyo, mi pecho subía y bajada descontroladamente.

—¿Estás nerviosa?— su voz ronca chocó contra mi cuello, su calido aliento ocasionó un cosquilleo por todo este—. Vas a tocar para mí, Sophie. Quiero escucharte todas las mañanas al despertarme, en las tardes mientras reviso mi jardín y en las noches cuando voy a acostarme a descansar. Tus lindos dedos bailarán sobre el piano las veces que yo deseé. ¿Me has entendido?

Miller se alejó de mí, y me volvió a escanear.

—Adrian te dará las indicaciones.

Cuando abandonó la habitación me deje caer, mi respiración era una m****a y de la nada lágrimas salieron desenfrenadamente. Ahogué un suspiro asustada, ¿Dónde estaba? ¿Por qué me pasaba a mi?

El sonido de las puertas me sobresaltaron, retrocedi en el suelo y me lleve la sopresa de que era el hombre anterior, Adrián.

—Es hora del baño, señorita— ladeo la cabeza sin poder creerlo, ¿Acaso era una m*****a mascota?

Di un suspiro, y me imaginé a mi madre llorar por mi ausencia, solo me bastó de ver su rostro para levantarme.

—No tocar su jardín, no comer a su lado, no masticar con la boca llena, no soltar sonidos ni gases, no verlo directamente a los ojos, no responder mientras él esté hablando, no usar pantalones largo, o cortos, no usar camisas, no pasearse semidesnuda por la mansión, no...

—¿No que? ¡Dios! ¿Quién se cree ese idiota?

Adrián me daba indicaciones de las cosas que no debía hacer.

—¿Acaso no puedo respirar?

El hombre revisó su libro.

—No hacerlo muy cerca del señor...

—¿Existe algo que le agrade a ese hombre?

—Las rosas rojas, principalmente las de su jardín.

Lo mire extrañada, recuerdo que había un jardín en la habitación en la que se encontraba el piano.

—¿Por qué está el piano en su jardín si odia que alguien tenga contacto con sus estúpidas flores?

—Solo puedes usar vestidos, te he dejado muchos en tu habitación— Adrián ignoró mi pregunta y continúo con mi arreglo, las mujeres a mi lado peinaron y secaron mi cabello, que estaba un poco desaliñado.

Unas horas después me encontraba sentada en el comedor, mi cabello caía perfectamente en cascadas sobre mi espalda, traía un vestido rojo con estampados de rosas blancas, ¿Ese idiota tiene alguna obsesión con las rosas?

De la nada las enormes puertas se abrieron, Miller entró con un perfecto traje azul, su cabello estaba perfectamente peinado hacia atrás y traía una postura rígida. El hombre se sentó al otro lado del enorme comedor mientras las mujeres del servicio preparaban su plato.

Mire mi plato aburrida, no deseaba comer, mi apetito había desaparecido.

—¿No te ha gustado la cena?— la voz de Miller llamó mi atención tan rápido, pero yo no respondí, no deseaba hablarle al maniático que quería tomarme como su mascota—. ¿No te ha gustado la comida?

Está vez sus palabras fueron más fuertes pero no me sobresalté.

—Señorita...— escuché como una mujer me hablaba al lado, pero tenía la mirada en el plato.

El golpe en la mesa me sobresalto un poco, Miller estaba de pie su rostro se había contraído en uno enojado. A pasos rápidos se acercó a mi, las personas a mi alrededor retrocedieron, y supuse que iba a pasar algo muy malo.

El hombre me levantó de un solo golpe y me obligó a mirarlo, sus ojos azules se veían tan fríos que sentí una corriente por todo mi cuerpo tembloroso.

—¿No has escuchado mi pregunta?— su aliento chocó contra mi rostro, y recordé una de las reglas, "No verlo a los ojos" Pero su hermoso color azul me hipnotizó por unos segundos, entre abrí mis labios y en ese momento mire los suyos, era un hombre precioso—. ¡¿Me estás escuchando?!

Pestañeo sin poder creerlo, la vena en su frente sobresalía del enojo, y sus labios estaban en una perfecta línea. Miller tomó mi brazo y me sacó del lugar, trate de seguirle el paso pero era casi imposible, él me ganaba en altura.

—Toca.

Me empujó contra el piano, habíamos regresado a la habitación.

—¿Que?

—Toca.

Me crucé de brazos cansada.

—No.

—¡Toca!

No podía negar que su presencia me intimida pero no soportaba un minuto más aquí.

—¡No voy a tocar una m****a!— lágrimas salieron de mis ojos—. ¡Estoy cansada! ¡No quiero estar aquí! ¡No deseo ser tu miserable mascota! ¡Odio todo! ¡Te odio a ti!

No pude evitar soltar a llorar, pero los pasos de Miller acercándose a mí me asustaron, tomó la pequeña silla del piano y la levantó cerré mis ojos esperando el golpe pero me sobresalté más al ver cómo destruía el piano con su silla.

—¡No!

—¡Eres una m*****a niñita que no entiende que en tu puta casa te han abandonado!— soltó y dejo caer el resto de la silla—. No entiendes que no tienes donde ir, tu estúpida madrasta ha perdido todo por su absurdas apuestas, ¡Ha quedado en la calle! ¿Acaso no entiendes?

Su mirada fría me alarmó, Miller había arruinado su impecable traje, ahora estaba arrugado y su cabello sudado caía sobre su frente...tragué seco.

—¡Aléjate!— pero él sonrió y continúo sus pasos hacia mi, ahora nos encontrábamos en la misma posición de esta mañana—. ¡Aléjate por favor!

Él estaba tan cerca, apoyó su mano sobre la pared y se dejó caer hasta estar a centímetros de mi.

—¿Te pongo nerviosa?— sus labios ahora traían una sonrisa de lado.

Bipolar.

—No me toques.

—¿Crees que deseo tocarte?— Indagó, levanté la mirada y sus ojos estaban puesto en los míos —. No me generas la más mínima ganas de hacerlo, solo eres una llorona, te quejas por todo, solo gritas y lo único que sabes hacer bien no lo haces...

—¿Por qué estoy aquí?

—¿Crees quiero acostarme contigo?— soltó una risita—. Con tu experiencia no llegaré ni al clímax. Entiéndelo, no me interesas sexualmente, solo deseo que...— lamió sus labios —. Toques para mí.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo