3: Dolor

Una bocetada se escuchab despues... Mi cuerpo tebloroso trata de apartarse de él pero Miller sujeta mo mano y se acerca mas a mi.

—¿Que acabas de hacer?— ahogo un gemido y mis piernas tratan de flaquear. Miller me sostiene de la cintura y me pega a él, nuestros pechos chocan—. ¿A donde crees que vas?

Una sonrisa macabra se formó en sus labios, cerre mis ojos y le pedi al cielo ayuda...¿Como habia podido golpearlo? ¡Tonta!

—L-lo siento...

—¿Y crees que eso lo resolvera?— Miller negó y se separó de mi, deje salir un suspiro tan fuerte que crei que iba a caer—. Te he traido hasta aqui, te he dado una masion, te he dado de comer. ¿Y asi me pagas?— se lo pensó un momento—. ¿Me veo como un tonto, Sophie? ¿Me veo como si aceptara golpes?

Trague seco, no tenia una puta idea de que decir entonces el jalon de Miller me despertó, me empujó contra el piano, trate de sujetarme de el pero se escucho el sonido horrrible.

—Te explico. mi casa, mis putas reglas. Una niña como tú no va a cambiarlo— se detuvo a mirarme, la vena en su frente parecia estallar—. Ahora toca para mi.

Trague seco y me di animo internamente... Mis dedos sobre el piano emperazon a bailar mientras sonaba la hermosa melodia Indigo de Yiruma... Por el rabillo del ojo pude ver como la vena en la frente de miller desaparecia, él cerró sus ojos y disfruto de la cancion.

Continuaba llorando y no me explicaba si era por la hermosa melodía o el miedo de tener a ese hombre cerca de mi. Las palabras de él llegaron de nuevo a mi...¿Mamá gastó toda la herencia? ¿Quedamos en la calle? ¿En verdad me había vendido?

Sollozaba, mi cara estaba toda mojada de lágrimas, mi cuerpo se sentía cansado.

—¡Para!— Miller exclamó y me sobresalté un poco—. ¿Cómo se te ocurre sollozar mientras tocas? ¿No puede hacer algo bien?

Y salió de la habitación, volví a llorar, extrañaba a papá, a mamá. No quería continuar aquí.

En mi habitación me deje caer en la bañera, el agua fría puso mi piel de gallina, no tenía energías para restregar el jabón ni mucho menos salir de ahí.

—Señorita— esa voz...—. Señorita...Sophie— me sobresalto y me llevo la sorpresa de que Adrian esta muy cerca de mi.

Mis ojos se cierran, estoy muy cansada como para abrirlos de nuevo. Pero el hombre frente a mi continúa moviendome.

—¿Adrián?— suelto un suspiro, y detallo su rostro, no parece tan viejos pero no es tan joven como Miller.

—¿Está bien, señorita?— acuno su rostro con mis manos, Adrián se queda inmóvil en su sitio, parece aturdido—. ¿Que hace?

Y Ni si quiera lo pienso, uno sus labios con los míos, no tardo mucho cuando pierdo la consciencia y todo se torna oscuro.

Al día siguiente estaba de nuevo en el comedor, miraba mi plato con el ceño fruncido, ¿Dónde estaba? ¿Por qué no había llegado a cenar? Me alejo del comedor y decido dar un paseo por la gran mansión, el lugar es frío y solitario supuse que era perfecto para el señor Miller, que por cierto no puedo llamarlo solo "Miller" supongo que el castigo es cortarme la cabeza. Me detuve al final del pasillo cuando solo había una enorme puerta ¿roja?

Me detuve en seco cuando me percate de que la puerta estaba entreabierta.

—¿Hola?— empujé la puerta dejando está totalmente abierta—. ¿Hola? ¿Hay alguien...?

Hice silencio cuando de repente se escucharon unos ruidos, caminé hacia donde provenía el sonido, pero me lleve una sorpresa.

Una mujer movía sus caderas sobre un hombre, el movimiento era muy acelerado y los dos gemían desenfrenadamente. Me detuve en seco cuando deje salir un pequeño grito llamando la atención de todos.

—¿Sophie?

Miller quien era el hombre debajo de la mujer la empujó, cubrí mis ojos rápidamente cuando note que se ponía de pie y se acercaba a mi. Sentí un jalón pero aún no abría mis ojos hasta que mi espalda golpeó contra la pared.

—¿Que mierdas crees que haces?— me sobresalté al escuchar el grito del señor Miller—. ¿Por qué mierdas...?— soltó un suspiro, de nuevo esos ojos me miraban con enojo—. ¿Sabes que está prohibido entrar a ese lugar?— señaló la puerta roja—. ¡¡PROHIBIDO!!

—Yo no...— y de nuevo estaba llorando, tenía un nudo en la garganta—. No sabía que...

—¿No sabías que? ¡mierda!— restregó su cabello—. ¡No haces nada bien! y lo único que pido que hagas...— suspiró—. ¿Sabes que? ¡largo!

Y salió disparado hacia su habitación. Me deje caer en el suelo y exploté en llanto, no quería estar aquí, odiaba el lugar, y por supuesto a el señor Miller.

—¿Señorita?— una sirviente apareció en mi campo de visión —. ¿Se encuentra bien?— solo negué con la cabeza—. Iré por ayuda.

Me quedé viendo como la mujer se hacía pequeña en los pasillos hasta perderse. Quería volver a casa, quería a mi madre y pedirle una explicación. Odiaba el lugar.

—Señorita Sophie— Adrián apareció y se acercó a mi hasta ponerse en mi altura—. ¿Está bien?—Negué—. ¿Quieres que te lleve a tu habitación?

No conteste, me quedé quieta hasta que Adrian me levantó en sus brazos. La mujer que había ido por él me miraba un poco más tranquila.

—¿Por qué lo haces?— dije en un hilo de vos.

—¿Hacer que?— Adrián seguía teniendo el mismo semblante desde que lo conocí, un hombre tranquilo y sin mucha expresión.

—Llevarme en tus brazos, ¿No es muy cliché?

Por un momento le ví una mínima sonrisa en su rostro.

—Me pagan por cuidarte, Sophie.

Los dos entramos a mi habitación, Adrián se encargó de dejarme sobre la cama, me echó una ojeada y justo cuando me daba la espalda para irse tomé su mano, la mirada de indagación por parte de Adrián fue muy visible.

Di un suspiro y lo solté:

—¿Puedes quedarte, por favor?

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