Vendida: La mejor subasta
Vendida: La mejor subasta
Por: YessMon2
1: Vendida

—¡Eres una imbécil!— la bofetada suena retumbando por toda la habitación, lágrimas salen de mis ojos sin poder creerlo.

—¡Madre!— suspiro, pero la mujer frente a mi solo me mira con odio, me lanza la maleta de un golpe obligando a dejar mi mejilla dolida.

—¡No soy tu madre!— exclamó, casi mi corazón sale del dolor que me había causado sus palabras—. ¡Ahora lárgate! ¡Te están esperando!

Con un nudo en la garganta pregunté:

—¿Me has vendido, madre?

Esperé un "no" como repuesta, pero las palabras frías de la mujer frente a mi, lo único que tenía solo rompió mi corazón:

—Sí, ahora le perteneces a alguien más.

Con lágrimas en mis ojos y la frente en alto tomé mi maleta, le eché una última mirada a mi habitación; el piano que me había regalado mi padre también había sido subastado como todo en ella

—Un hombre te espera a fuera, vete.

Cuando llegue a fuera de la mansión un enorme auto de lujo aparcó frente a mi, un hombre de traje salió de este y me sonrió.

—El señor la espera jóven— asentí, y él tomó mi maleta.

Me había obligado a ir con este hombre, temía por la vida de mi madre si me oponía a su ridícula apuesta. El dolor en el pecho seguía tan intenso como nunca hasta que mis ojos fueron pesando y me dormí.

—¿Solo una maleta?— comentó una voz, me moví dormida ignorando.

—Su madre ha subastado todo, su padre las dejó en la quiebra, ¿Crees que es lo mejor?

Lo último me despertó, abrí mis ojos con cuidado adaptándome a el lugar. En mi campo de visión aparecieron dos hombres pude reconocer al que estaba frente a mi quien era el mismo que me había traído pero el otro que me daba la espalda no sabía quién era.

—¿Dónde estoy?— hablé llamando la atención.

El hombre que me daba la espalda giró mostrando su rostro, unos ojos azules, un cabello castaño, una piel clara. Se veía perfecto.

—¿Despertaste?— me brindó una sonrisa—. Soy Miller.

Pestañe un poco, entonces el otro hombre nos dejó a solas, Miller se sentó a mi lado con la misma sonrisa macabra de antes, asustaba no podía negarlo.

—¿Por qué estoy aquí?— ataque —. ¿Que quieres hacerme? ¿Por qué me has comprado? ¿Crees que soy un objeto? ¡Responde!

Tenía muchos sentimientos encontrados, la sonrisa del hombre se borró con mis palabras, ahora solo tenía una mirada fría.

—He podido comprarte— Respondió —. Así que sí, eres un objeto, Sophie.

Lo último me dolió tanto, que estuve a punto de llorar pero me contuve.

—¡No vas a tenerme nunca!— exclamé.

—¿Te has preguntado quién soy yo?

Lo último me dejó muda, era verdad no sabía quién era y que podía hacerme.

—¿Quién eres?

Miller se acercó más a mi, levantó su mano y cerré mis ojos de inmediato esperando el golpe pero solo acarició mi cabello.

—Soy tu dueño— respondió y siguió acariciando mi cabello, pero luego las caricias se hacían más pesadas hasta que Miller envolvió su mano en mi cabello y lo jaló acercándonos—. Y harás todo lo que yo diga, ¿Me has entendido?

—No soy tu mascota, no soy tu maldito objeto que puedas hacer conmigo lo que quieras— le espeté, mi cabeza dolía de su agarré pero no podía seguir viéndome débil.

—¿Sabes que es lo que más odio, Sophie?— Indagó, pero no le respondí nada y él continúo—. Los rebeldes como tú, los que creen que pueden comerse al mundo pero no tienen el apetito para lograrlo. No tienes nada, no eres nada, a menos que hagas lo que deseé yo. Cuando me sirvas para mí tendrás una razón para valer la pena en este mundo.

Y soltó el agarre, me dió una última mirada y salió de la habitación, mis lágrimas salieron y lloré como nunca, me dolía todo.

Mientras caminaba por pasillos le echaba una ojeada al lugar, todo era oscuro no había mucha luz aquí. Hasta que me topé con una puerta roja muy grande, me acerqué rápidamente podría ser la salida pero la puerta tenía seguro.

—Señorita Sophie— me alarmé al escuchar una voz, me di la vuelta enseguida y el hombre de antes me veía muy atento —. El señor Miller la espera, por favor sígame.

Eso hice, los dos caminamos alrededor de un minuto en el inmenso lugar hasta que el hombre llegó a un puerta marrón y la abrió por mi.

—El señor la espera.

Asentí y atravesé el lugar, un hermoso jardín fue lo primero que captó mi atención.

—Te estuve esperando.

Me di la vuelta para enfrentar a Miller, quien me sonreía, tenía una postura dominante rígida.

—¿Acaso eres bipolar?— me crucé de brazos.

—¿Esa boquita hay que coserla?— se preguntó—. Hablas demasiado.

Rodé los ojos molesta y me acerqué a él aún con mis brazos cruzados, enserio daba miedo pero no debía sentirlo si deseaba sobrevivir en este lugar.

—¿Por qué estoy aquí?

Entonces él se hizo a un lado y me mostró un hermoso piano blanco. Mi boca se abrió sorprendida y no pude ocultar la felicidad.

Hasta que sus palabras borraron mi sonrisa:

—Quiero algo muy simple— empezó —. Toca para mi.

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