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Alondra y Pau descendieron de una de las camionetas, las tomaron por el cabello, para que caminaran hacia la bodega en la que estaban, cuando los hombres escucharon disparos.

—Creo que llegamos tarde, el jefe ya debió haber acabado con sus enemigos, ya veremos qué es lo que tiene decidido para ustedes —refirió burlándose.

Alondra miró a Pau, quien palideció al escucharlo. ¿Habrá acabado con ellos?, la pregunta rondó por la mente de la joven, pensó en su abuela y en la confianza que le tenía, por lo que se aferró a la esperanza de que estaban con vida.

Momentos después, un fuerte olor a gas comenzó a rodear el lugar, por lo que el líder de ellos ordenó no entrar sin la autorización de Benjamín. Le llamó un par de veces, pero no respondió, entonces en cuestión de segundos un fuerte estallido los ensordeció a todos.

En ese instante la camioneta en la que viajaba Carlos, frenó de golpe. El agente le pidió a su acompañante que se cubriera y se agachara, al momento que los vidrios de las ve
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