No me atreví a sacar el tema de ir a otro lado o cocinar algo para los dos, solo esperé a que ordenara la pizza y luego nos sentamos un rato en la sala a ver un poco de televisión, mientras mi corazón estaba en un hilo cada vez que sentí que mi teléfono vibraba en mi bolso después de una llamada entrante o un mensaje de texto de Alexander.
Al rato llegó el repartidor con su pedido, me dispuse a compartir con él todo lo que quedaba de la noche. Parecía un hombre tranquilo y razonable siempre y cuando lo mantuvieras encaminado. Creía que mi estadía allí seria agradable después de todo, lo único que necesitaba era volver a empezar y olvidarme de todo lo que había sucedido en Queens.
—¿Te gusto la pizza? —una voz familiar me saco de mis pensamientos—. ¿Es la que querías o me equivoque?
Mike me hablaba tan normal como si nada hubiera pasado, su boca estaba llena y esos ojos color miel brillaban con intensidad.
—¡Sí, me encantó! —respondí emocionada dándole un mordisco a mi trozo, realmente