Inicio / Romance / Una terapia para el CEO / Un ángel caído del cielo
Un ángel caído del cielo

Comencé mi noche en el bar, requería de líquido para humedecer mis labios, pedí un vodka tonic y bebí tranquilamente mientras miraba el primer piso, este era el más suave en el club, aquí veías a las parejas que estaban aprendiendo o a aquellos que eran primerizos en el tema. Aunque también había un grupo de los más antiguos que les gustaba el exhibicionismo. A lo lejos vi como uno de mis conocidos, the lord se estaba empotrando a una de sus sumisas mientras otra lo besaba con pasión. En la esquina del frente estaba un grupo de chicas jugando con Eros que se dejaba acariciar y dar con la fusta, crucificado a la pared. Era divertido, pero hoy quería dominar sin mucho jueguito, así que seguí moviéndome por el club, hasta llegar a las escaleras que daban al segundo piso.

Ahí era donde se producía la verdadera acción…

Subí las escalas, dejando que todo aquél que me viera disfrutara de mis curvas y un poco más allá, me encantaba el morbo de ser deseada y que rogaran por mi compañía y atención, varios se acercaron para invitarme a uno de sus privados, pero me negué, aún no era el momento y ninguno me producía esa chispa de decir cómprame como cuando estás en una tienda y ves esa prenda que te quieres llevar a casa. Todo eso cambió cuando mis ojos se centraron en el privado más grande del lugar, ahí estaba lo que venía a buscar.

The Craven o el Cuervo y su séquito tenía a un grupo de sumisos bailando en las pequeñas jaulas instaladas en el centro del salón, algunos de sus amigos les lanzaban dinero para que se movieran más o mostraran sus cuerpos y otros disfrutaban de las sumisas que se mecían sobre sus cuerpos. Hasta que noté a uno de ellos que no estaba haciendo absolutamente nada más que mirarme fijamente a mí.

—Pero miren quién nos honra con su presencia— dice el Cuervo acercándose a mí para tomar mi mano y besarla con lujuria.

—Como siempre, todo un caballero, Cuervo. ¿Me invitas a tu pequeño bacanal?

—¡Por supuesto! El placer de que estés aquí me basta querida Queen, por favor siéntete como si estuvieras en casa.

Me llevó hasta la mesa dónde estaban sus amigos, los presentó como sus nuevos socios y las miradas lascivas de algunos me prendieron, aunque no tanto como la del tipo que me mira con cierto recelo desde que entré en la habitación.

—¿Y a qué te dedicas, preciosa? — preguntó uno de ellos, con un leve acento europeo.

—Eso no se puede decir, cariño. Aquí todos nos dedicamos a lo mismo, o sea a dar y recibir placer—sí, soy una dama para responder.

—Eres muy escurridiza, me gustas y ¿Qué debo hacer para poder recibir de las mieles de ese cuerpo de diosa que tienes?

—Yo que tú no pregunto eso amigo, Queen es quién decide el que le dará placer y no la inversa—responde mi amigo por mí.

—¿Eres una dominatriz?— preguntó quién no me quitaba la vista desde que entré al lugar y yo asentí moviendo mi copa.

—¡Bingo!

—¡Que lástima!— suspiró el que primero me preguntó.

—¿No te gusta que te dominen?— pregunté sin desviar mis ojos de mi objetivo.

—Más bien me gusta hacer las cosas a mi modo.

—Aww un misionero y listo, pobrecito.

—No, no, no es eso, es solo que no se me da recibir órdenes.

—Entonces te recomiendo a Luz, ella es experta en hacer caso a todo lo que le pidan, ¿Cierto Luz?

—Cierto Queen, ¿quieres algo en especial?

—Mmm, sí… quiero que le comas la verga a mi nuevo amigo, necesita urgentemente una bienvenida como las saben hacer en el club Shine.

Luz, me miró coqueta y después de besar mis labios e introducir su lengua hasta lo más profundo de mi garganta, se acercó al tipo que me estaba interrogando se postró a sus pies y sin ningún tapujo comenzó a frotar su cara en su pantalón, mi nuevo amigo se dejó querer y cuando chasqueé mis dedos ella paró.

—¡Oye! ¿por qué te detienes?—gruñe molesto y con su miembrito en posición firme.

—Queen me ha ordenado parar— dice Luz guiñándole un ojo.

—Pues ahora quien quiere que sigas soy yo— Luz volvió a mirarme y yo asentí tranquilamente, bebiendo el último sorbo de mi copa.

—Eres muy cruel, querida amiga— me molesta el Cuervo, mientras toma a uno de sus sumisos y le ordena comerle la verga.

—Es sólo un poquito de entretenimiento mi querido Cuervo, chiquito… ¿y tú desconocido vas a probar o solo te gusta mirar?

—A mi ángel no lo molestes, Queen, él solo es un espectador.

—¡Cállate Ru…

—¡Ni se te ocurra decir mi nombre!—exclama el Cuervo molesto ¿es que el nuevo no escuchó lo que dije?

—Veo que no lo adiestraste bien, Cuervo.

—Es nuevo en la ciudad, pero ya aprenderá.

—¿Saben qué? Mejor me largo, esto no es para mí.

—Uy y nos salió delicado el angelito— me burlo, soplando mis uñas.

—Es solo que esto no es lo mío — dice poniéndose de pie y queriendo salir de la habitación, pero el Cuervo lo detiene.

—Amigo, ya te dije que no tienes por qué sentirte mal, solo disfruta de ver, aprovecha antes de volver a Dublín, esta noche será espectacular.

Y claro que lo sería, ya había visto a mi presa y mi futuro sumiso, solo me faltaba marcarlo, esta noche un ángel caería del cielo al infierno, mi infierno…

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP